03. Maig 2024

Arxius de Dakhla | Pàgina 2 de 2 | Diari La República Checa

REDACCIÓ27 Gener, 2021
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En 20 años Dakhla será la principal puerta en África”,  decía Mounir Houari, el director general del Centro Regional de Inversiones de Dakhla, al digital larepublicacheca.cat. Así de alto aspira un territorio que actualmente se encuentra en evidente expansión.

Dakhla, con unos 150.000 habitantes, está situada en una península del sur de Marruecos, cerca de la frontera con Mauritania. Principalmente, la zona se nutre del turismo deportivo y – concretamente – del ejercicio marítimo: surf, windsurf, kayak, etc.

Pero ese no es su único atractivo. Se trata de un territorio rodeado de costa atlántica y desierto, por lo que la naturaleza brinda unas posibilidades al alcance de muy pocas regiones. No obstante, es una tierra aún por explotar, pero con un importante potencial natural y economico. Recientemente, Estados Unidos anunció – a través de la administración de Donald Trump – una inversión de 3 mil millones de dólares en la región. Se trata de una prueba más del interés que está suscitando a nivel internacional.

Houari lo tiene claro, los inversores son clave para que su esfuerzo y deseo se acabe materializando. Es por ello que recientemente se ha reformado la Ley de la Propiedad para agilizar el proceso burocrático de compra y venta de terrenos. Un inversor extranjero debía esperar más de 100 días para adquirir una parcela en Dakhla. Con el cambio legislativo, ahora puede empezar su proyecto en tan solo 28. Las condiciones para estos trámites pueden consultarse fácilmente por internet.

La agilidad burocrática es importante, pero también lo es el respeto al medio ambiente. Dakhla se seguirá nutriendo del Turismo y de su puerto, que pretende ser la puerta a África. Ahora bien, el precio a pagar no implicará energías que maltraten el paisaje de la región. Según Houari, una de las prioridades es el turismo sostenible. Para ello, se está trabajando en el uso de la energía eólica, ya que Dakhla es una zona con fuertes vientos. A su vez, se están desarrollando medios para aprovechar el agua marina que rodea la península, convirtiéndola en potable en 5.000 hectáreas de población.

El puerto pesquero de Dakhla

Pero todo lo mencionado no es suficiente para alcanzar la meta de Houari. El puerto, así como las infraestructuras serán clave en el desarrollo del territorio. Es por eso que el gobierno marroquí ya se ha puesto manos a la obra, construyendo autovies y mejorando la zona portuaria. Acciones de ese estilo son vitales para atraer inversores. Es un seguro de vida para todo aquel que decida apostar su dinero en Dakhla.

De esta forma, la región se muestra con un presente interesante y un futuro prometedor. Agilidad burocrática, seguro en infraestructuras, turismo sostenible y un paisaje majestuoso e inusual. Este es el panorama de Dakhla. Ya se avistan muchos hoteles y viviendas en construcción.  Síntoma de crecimiento económico. Una tendencia ascendente que parce ir sin frenos.

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REDACCIÓ27 Gener, 2021
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Yanja El Khattat

La aventura  a Dakhla vivía su segundo día. La palabra “sueño” ya no se aparecía en nuestras mentes. Después de una jornada de turismo, le llegaba el turno a la política y a la diligencia. Tras el desayuno, la delegación española y mexicana, acompañados por el vicepresidente de la Asociación Marroquina por la comunicación, el desarollo socioeconómico y la inversión, subíamos al coche dirección al centro de Dakhla, concretamente, hacia a la presidencia regional – en Cataluña sería el Palau de la Generalitat -, dónde ya nos esperaba el presidente Yanja El Khattat.

Llegamos al recinto. Salgo del 4×4 con mi traje, mis zapatos de vestir y mis gafas de sol. Cualquiera pensaría que me sacaron de la película ‘Reservoir Dogs’. Realmente, yo ya era consciente de esta visita antes siquiera de coger el avión, por lo que preparé la vestimenta apropiada para los asuntos diplomáticos y reuniones políticas. Falló un pequeño detalle: mi fiel mochila roja. Por suerte, iba a juego con la bandera de Marruecos. Salvado por el destino, nunca mejor dicho.

Nada más entrar por la puerta del ‘palacio gubernamental’, sabía que aquella sería una experiencia única. ¿Alguna vez se han sentido importantes delante de las cámaras? Era el momento. Subimos a la sala de actos prácticamente escoltados. Al entrar en el salón, una decena de cámaras nos apuntaban con sus focos y nos cegaban con sus flashes. Sin demasiado tiempo para organizar el asiento de cada uno, nos sentamos rodeados de periodistas marroquís. Ocupaban los asientos: Ricard Checa, presidente del Observatorio de los Derechos Humanos de Cataluñaa; Patrick Monney periodista de la revista Luxe and class de México; Javier Fernández director de la revista Atalayar; Omar El Alaoui El Balrhiti presidente fundador de ‘Nord Sud Action’; Hector Fuentes Magallanes director de la agencia TravelQuest de México y yo mismo.

De repente, con la expectativa del que espera la nota de un examen, se abre la puerta y aparece el verdadero protagonista del encuentro: el presidente de la región de Dakhla El Khattat. La intensidad de las luces fugaces aumentaba. Todos de pie, para inmediatamente sentarnos después de que lo hiciera la autoridad. En la reunión se habló de quatre temas: el conflicto del Sáhara y el creciente turismo de Dakhla, las inversiones y derechos humanos. Empezó el presidente, agradeciendo nuestra presencia y deseándonos una feliz estancia en ‘su’ territorio. Seguidamente nos llegó el turno al resto. Yo me presenté rápidamente y sin demasiada parafernalia: “Yo me llamo Alex Riba, soy periodista de un diario digital llamado La República Checa”. Corto, claro y conciso.  Mientras me presentaba, nos servían frutos secos y té. Sin duda, era el mejor té que había probado nunca. Huelga decir que tampoco he probado muchos, pero a partir de ahora degustaré muchos más.

Tras la audiencia presidencial, llegó el momento de las entrevistas. A mí, como era de esperar, no me hicieron ninguna. Pero me resultó de lo más curioso la importancia que tenemos los periodistas extranjeros – españoles y mexicanos – en Marruecos. Después de las preguntas y algunas dudas, tocaba la despedida ‘protocolaria’. Al salir del edificio acompañados por el mismo presidente, un grupo de mujeres esperaba a la puerta principal del ‘palau’ con banderas del país y pancartas  con mensajes que no podía entender. Seguíamos en el foco de atención. De un momento a otro, todo terminó. El Khattat ya había vuelto a su despacho y nosotros nos hallábamos en el coche camino de comer en el restaurante La Hacienda…

Se preveía una tarde tranquila, y así lo acabó siendo. Entrevistamos a Mounir Houari, el director general del Centro Regional de Inversiones de Dakhla. Él me explicó – a mí y a los otros periodistas – todo el potencial del que dispone el territorio. Después, volvimos al hotel con ánimos de trabajar en todo el material que habíamos recogido. Personalmente, me permití el lujo de subir a la duna que tenemos detrás de nuestros bungalows Quería tener una buena fotografía desde la loma y la conseguí. Casi me cuesta un pulmón, pero la conseguí y créanme que valió la pena. Dakhla despedía el día con esta instantánea. Mañana tocará vivir la experiencia más esperada del viaje, la visita al Gargarate, en la frontera del país.

Alex RIBA
Enviado especial a Dakhla

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REDACCIÓ26 Gener, 2021
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Brahim Hameyada

En un momento dónde la relación entre la lengua castellana y la catalana se encuentra en una situación delicada, un hombre reivindica de manera altruista el lenguaje español a más de 1000 kilómetros de España. Se trata de Brahim Hameyada, quien fundó una asociación y una escuela en Dakhla (Marruecos) para la protección de la lengua en dicha zona. Hameyada ha hecho un llamamiento al gobierno de España para que no desaparezca el castellano en el sur de Marruecos, dónde oficialmente se habla francés y árabe. El castellano ya solo es recordado por los mayores de 50 años, los cuales lo siguen hablando por respeto a su origen.

Hameyada es el director de la Escuela de Lengua Unamuno, nombre en honor al escritor, filósofo y político vitoriano Miguel de Unamuno. Dicho centro consiguió la licencia oficial del Instituto Cervantes en 2016, pudiendo de esa forma entregar licenciaturas oficiales de la lengua castellana. Es algo vital para todo aquel marroquí que desee encontrar trabajo en España o alcanzar la nacionalidad española. A su vez, Hameyada destaca que se trata de la 2ª lengua más hablada del mundo. La escuela ha acogido ya a más de 5.000 alumnos, expandiendo sus enseñanzas al francés e inglés. Así lo seguirá haciendo, con el objetivo de recordar a las gentes de Dakhla la importancia de un lenguaje que no solo abre puertas, sino que también forma parte de su pasado. Y continuará con su labor, aunque muy a su pesar no dispongan de los mejores recursos para hacerlo.

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REDACCIÓ26 Gener, 2021
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Destino: Dakhla. Una ciudad de 120.000 habitantes situada al sur de Marruecos. En concreto, hablamos de una península cercana a la frontera con Mauritania. La Asociación Marroquina por la Comunicación, el Desarrollo socioeconómico y la Incitación a la Inversión organiza un viaje para dar a conocer la región y su potencial.

La aventura comenzó ayer a primera hora de la mañana. Sueño, esa es la palabra que mejor define el despertar después de 12 horas de viaje y 5 de descanso. Y con esa palabra en mente, tocaba levantarse. Después de desayunar, era momento de conocer la naturaleza del territorio. Subimos al 4×4, y nos dirigimos rumbo al desierto, la verdadera esencia de Dakhla. El paisaje, desértico, pero a la vez hermoso, se fundía con la carretera como si se tratase de una película de Indiana Jones. Esa sensación tuvo su clímax cuando nuestro conductor, Mohammed, empezó a conducir entre dunas como si estuviésemos en el Dakar. Los saltos y movimientos bruscos eran tan divertidos que parecían rejuvenecer a todos los pasajeros.

Y de esa forma tan movida y animada llegamos a la duna blanca. Una colosal montaña de arena fina y blanca que nos invitaba a escalarla y admirar las vistas que nos brindaba. Así lo hicimos y – para nuestro asombro – la instantánea fue más bonita de lo que jamás pensamos desde lejos. A un lado montañas planas y de inmensa superficie, al otro el desierto con acumulaciones de tierra más irregulares, en el mar se percibía la isla Dragón. Habíamos oído hablar de esa isla, hasta la habíamos visto antes en el hotel, pero no habíamos podido entender su nombre hasta aquel momento. Su forma desde ese punto de vista era la de un ser tan mitológico y mágico como el dragón. No todo fue tan bonito. Para preservar la duna blanca, el consejo de turismo de Dakhla restringirá la entrada de visitantes a su loma, dando únicamente la opción de rodearla. De hecho, según testimonios locales, su altura ha disminuido considerablemente a causa del aumento de turismo en la región. Sin duda, es una de sus mejores atracciones.

A la vuelta nos paramos en “la source”, algo así como “la ducha”. Una manguera enorme en mitad del desierto. Suena raro, ¿verdad? Pues al parecer, el baño en “la source” es terapéutico y relajante. Toda una experiencia para los que les gusta cuidarse o para los que sufren de dolores de espaldas. En un momento determinado aparecen los grandes personajes del desierto. Aquellos que todo el mundo quiere ver cuando viaja a este tipo de zonas. Efectivamente, los dromedarios hicieron su aparición. Rostro serio, actitud relajada, y sentimiento de indiferencia ante los extraños. Así pudimos notar a los grandes amigos del hombre en el desierto. Poco más que contar de la mañana, la tarde ya nos deparaba visitar la ciudad.

El complejo artesanal de Dakhla

Pasado el mediodía, llegaba el momento de entrar en el corazón de la región, Dakhla. Literalmente es una ciudad enorme en mitad del desierto entre costa del Atlántico. Recordemos que estamos en una península. Lo que más llama la atención es las infraestructuras de las que dispone la localidad y que aún están por ser aprovechadas. Miles de hectáreas de terreno edificable. En concreto, hay una zona llena de carreteras y farolas, equipamiento preparado para atender a cualquier inteligente que decida apostar por Dakhla. Digo esto después que el gobierno de Estados Unidos haya decidido instalar un consulado en la ciudad, además de invertir 3 mil millones de dólares. Hablo de un hecho de hace un par de semanas. Actualmente, Dakhla se nutre del turismo nacional, pero la zona está en clara expansión. Prueba de ello son los hoteles e infraestructuras que se están construyendo. Si en algo coincidíamos todos los viajeros de esta aventura es en la gran potencialidad que tiene la región, especialmente con el turismo deportivo. Las costas de Dakhla son conocidas por la práctica de buen surf y otros deportes acuáticos.

Volvamos al centro de la ciudad. Visitamos el complejo artesanal de la villa. Llegaba mi momento, tocaría regatear. Siempre he querido regatear un precio, algo que en Europa y Occidente en general es impensable. Pero estábamos en Marruecos, y aquí impera la ley del precio flexible. Aprovechando los típicos compromisos con familia y amigos, iba a tener la oportunidad de regatear. Primero conseguí 2 anillos por 30 euros, aunque en un principio me iban a costar 40. ¿Primera batalla ganada? Creo que jamás lo sabré a ciencia cierta. Después le llegaba el turno a un cenicero. Apenas sin hablar francés le suelto al vendedor: “¡De 15 euros no paso!”. Trato aceptado. Definitivamente me estaban estafando. Pero yo era feliz pensando en mi rebaja de 5 euros. Finalmente llegó el instante cara o cruz. Sí, he visto demasiado ‘La casa de empeños’. Otros dos anillos por 28 euros o por 25. El vendedor pidió cara y – como no podía ser de otra manera – salió cara. De todos modos, ya había conseguido una rebaja de 3 euros. Además, se confirmó que lo de 2 por 15 euros había sido una jugada pésima.

Brahim Hameyada

Al salir del complejo artesanal, nos encontramos con Brahim Hameyada, el director de la Escuela de Lengua Unamuno. Sí, se trataba de una escuela de castellano que, de hecho, contaba con la autorización del Instituto Cervantes. Visitamos las instalaciones del centro educativo y entrevistamos a Hameyada. Toda una experiencia sobre un grupo de hispanohablantes que, de manera altruista, decidieron que el castellano no debía desaparecer de la región. Con dicha visita se terminaba el día. Era hora de volver al hotel para – ahora sí – descansar el tiempo suficiente para despertarse sin pensar: “¡Qué sueño!”. Todavía queda Dakhla por descubrir.

Alex RIBA
Enviado especial a Dakhla

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