REDACCIÓ29 Maig, 2017
Si el gobierno municipal muestra evidentes signos de desorientación y agotamiento, la oposición presenta un cuadro no menos intrigante que el del grupo arremolinado en torno a Ballesteros. El alcalde es el palo que aguanta todas las velas del gobierno, mientras en la oposición hay cinco palos sin velamen al viento; ¿remeros todos? No, qué va.
C’s: Rubén Viñuales
Rubén Viñuales se ha beneficiado hasta ahora -repito, hasta ahora- del 
buen encaje sociológico que la propuesta de Ciudadanos ha obtenido en Tarragona, así como de su perfil personal simpático y desenfadado. Pero tras dos años de zumo de naranja, alcanzándose el ecuador de la legislatura, ya toca pasar del zumo a las tostadas.
Su partido (Cs) es una formación joven y, por ende, es más “marca” que “aparato”. Eso para presentarse al electorado por primera vez incluso ayuda, pero en 2019 Viñuales deberá pasar su propia reválida. La propuesta de buenas intenciones del 2015 ya no le servirá dentro de dos años. Supongo que él es conocedor de esto que digo, pero resolver el sudoku no le será nada fácil. En su grupo municipal las cosas no están a partir un piñón y a sus espaldas, los/las compañeros de viaje empiezan a cuestionar algunos de sus posicionamientos y estrategias.
Por añadidura, el “arrimadismo” devoto de Viñuales resulta casi grotesco en ocasiones. Da la sensación de que ande buscando un perfil político y electoral para clonarse, en vez de construir el suyo propio. Desde luego, como oposición, a lo más que ha llegado Viñuales hasta ahora ha sido a molestar por exceso de cosquillas, pero lo que se dice marcar territorio, nada de nada. Ni es oposición ni obtiene rédito político por su bajo nivel opositor. ¿Alguien que no es capaz de ejercer con autoridad su condición de líder de la oposición puede convencer al electorado de que sí tendrá esa autoridad como alcalde?
ERC: Pau Ricomà
Hablemos de Pau Ricomà. 
A pesar de su tendencia a la oposición monástica, Ricomà ha demostrado capacidad para llevar contra las cuerdas al gobierno de Ballesteros en varias ocasiones. Han sido destellos de brillantez intelectual de Ricomà, que es su punto fuerte. Todo y eso, cuatro años de “picapedrerismo” en la calle son demasiada tortura para él.
Tampoco le acompaña su tándem municipal, más dado a hacer la guerra por su cuenta que a reforzar un liderazgo, el de Ricomà, en el que no creen. Así las cosas, algunos en ERC, en Barcelona, opinan que Tarragona es una plaza electoral a conquistar.
Ahí aparece el nombre de Jordi Salvador de continuo. Nadie se atreverá a negar que el perfil del ex líder sindical encaja perfectamente con los requisitos para presentar un idóneo cartel electoral como alcaldable.
PDeCAT: Albert Abelló
Vayamos a Albert Abelló. 
El desastre electoral de los otrora convergentes en las pasadas elecciones municipales fue de tal magnitud que nadie en el partido se preocupó de atender a los supervivientes. Y quedaron dos.
Abelló no ha hecho oposición, no ha buscado protegerse tras guardia pretoriana convergente, ni ganarse el favor de las élites de la ciudad -que le tratan con displicencia-, ni tampoco hacerse con el favor de los medios de comunicación (salvo alguna tentación poco edificante). Abelló, simplemente, se ha dedicado a aquello que debe dedicarse cualquier superviviente tras el cataclismo: sobrevivir.
Abelló sería un concursante perfecto para ir a la Isla de los Famosos. Pero él quiere ser alcaldable y, quién sabe, si la loca aritmética electoral en 2019 le brindará la oportunidad de ser, incluso, alcalde. De momento, Jordi Sendra ha dejado de segarle la hierba bajo sus pies, aunque mantiene ese bisbiseo contra Abelló que trata de empequeñecerlo. El nuevo responsable del PDECAT, Albert Punyet, prefiere mantener a Abelló donde está y centrarse en preparar al partido para lo que se le viene encima, que no es poco. El propio Punyet descarta (sinceramente) atacar la plaza de alcaldable en 2019. En fin, lo dicho, Abelló, sin hacer oposición, podrá seguir siendo oposición. Que venga Groucho Marx y nos lo explique.
CUP: Laia Estrada
Ahora Laia Estrada, 
la más afilada de la oposición (a veces parece la jefe de la oposición).
Ha sabido buscarle y encontrarle la vuelta a Ballesteros en numerosas ocasiones. Ha marcado agenda política y ha sido una ‘influencer’ en el debate público. ¡Horror! No obstante, le pierde el recalentamiento permanente de su motor opositor: no dar tregua, estar contra todo, disparar a todo lo que se mueve, en tan solo dos años, ha producido un efecto narcotizador entre la opinión pública.
A casi todo el mundo le gusta el picante, pero picante para desayunar, comer, merendar y cenar, pues va a ser que no. Pero suerte que la oposición tiene una Laia.
ICV: Arga Sentis
Finalmente, Arga Sentís. Lo está teniendo muy difícil. Está en tierra de nadie. Ya no es ICV. Tampoco es “Comú”. Ni Podemos. Y, aun así, es la que demuestra conocer mejor el oficio de oposición. Lástima que su espacio sea tan restringido, tan limitado, casi inofensivo. Pero conceptualmente, sin duda, es la que mejor interpreta su papel. Lástima.
Esta es nuestra oposición. Tras dos años de mandato de Ballesteros con los peores registros de su gobierno, claras muestras de fin de etapa y deterioro judicial, esta oposición sin ton ni son hace creíble al alcalde. Le hace electoralmente más fiable que cualquiera de la oposición.
Una parte de esta situación se debe a lo explicado anteriormente y otra parte, sin duda, es atribuible a la habilidad de Ballesteros para cocinar un caldo de buen rollito personal con algunos de los opositores, que antes de iniciar su crítica política al alcalde dejan claro que personalmente le respetan y hasta le tienen afecto. Así no hay oposición. A lo sumo tendremos discusiones adolescentes al estilo de ‘Física o química’. Y quizás esa sea la clave del asunto, que esta oposición está, todavía, en su adolescencia política, mientras que Ballesteros vive su madurez otoñal.
Hasta el próximo lunes
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