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Los proyectos más ambiciosos siempre han requerido de grandes consensos, llevando el timón personalidades que han sabido estar por encima de disquisiciones cortoplacistas y frentismos guerracivilistas. El pacto PSC-PP-UDC, que esta semana ha cumplido sus 100 días de recorrido, es una buena muestra de ello: es el último suspiro de una Tarragona inconformista, que no se resigna a perecer en un segundo plano, víctima de las traiciones de la Generalitat y del silencio de algunos. Hemos pasado de un gobierno local en minoría, donde cada votación en el pleno se convertía en un via crucis, a uno capaz de integrar fuerzas plurales, y muy diversas entre ellas, con un objetivo común: volver a convertir Tarragona en un referente.
Este acuerdo ha levantado ampollas entre la oposición tarraconense y tampoco ha sido plato de buen gusto para la progresía de nuestra ciudad. Hemos escuchado una retahíla de tópicos para intentar desprestigiar dicho acuerdo. A pesar lo buen conocedor que pueda ser nuestro querido lector de la actualidad municipal, seguro que no habrá oído ninguna crítica que verse sobre el acuerdo en sí. Llevando a cabo una política alarmista de titular de diario y escenografía barata, se ha pretendido alarmar al ciudadano de a pie. Con una óptica exclusivamente ideológica, resulta incomprensible para estos grupos este acuerdo municipal. Han denunciado, como no, la “derechización y radicalización” del gobierno municipal, como si ERC y CUP y sus proclamas a favor de Otegi fueran el paradigma de la moderación.
Tarragona tiene grandes retos en un futuro próximo. El pacto “Tarragona es futuro” establece los ejes básicos para afrontarlos: el desarrollo con éxito de los Juegos del Mediterráneo y el Plan Estratégico 2022; el impulso de la Marca Tarragona; volver a dar vida a espacios emblemáticos como el Banco de España o la Savinosa; o la defensa ante las administraciones superiores de las infraestructuras imprescindibles para el desarrollo de nuestra ciudad. El PP de Tarragona puede gustar más o menos, pero ante la ambigüedad de algunos, presenta un proyecto de ciudad claro y contundente: la defensa incondicional de la capitalidad de Tarragona y la denuncia desacomplejada de los incumplimientos de la Generalitat, como la reiterada exigencia de desokupación de la EOI.
Huyendo del happyflowerismo y las grandes puestas en escena, el actual gobierno me transmite imagen de seriedad, profesionalidad y confianza. Compuesto por políticos experimentados, tanto en el ámbito institucional como el educativo, está volcado en la labor municipal y en la mejora de nuestra ciudad. Es de agradecer que el debate en Tarragona, a diferencia de otros ayuntamientos, verse sobre la gestión y no sobre el disfraz de la Reina Maga o la última ocurrencia de Manuela Carmena. Un debate más sano, junto con un acuerdo estable, no sólo nos llevará a una interlocución más eficaz sino también una mejora gradual y prolongada de nuestra ciudad.
Joaquim VANDELLÓS
Secretario General de NNGG Tarragona Ciudad
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