26. Abril 2024

POLÈMICA: CARTA OBERTA D’UN ADVOCAT

OPINIO

 

 

 

CARTA OBERTA D’UN ADVOCAT

SOBRE ELECCIONS COL·LEGIALS

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Compañer@:

La carta que recibes resume mi opinión, exclusivamente individual, en mi calidad de colegiado antiguo y elector, y en uso de mi libertad de expresión, pues creo necesario que quienes hayan de votar, en uso de esa misma libertad, lo hagan con el conocimiento de ciertos aspectos relevantes, a mi entender, y escasamente difundidos o recordados, ya que, sin información, no hay opinión.

Ante la inminencia de elecciones en el ámbito del Colegio, me parece oportuno reflexionar que ante la duda que genera siempre toda opción, hay que recordar que a la hora de elegir gobernantes –dirigentes, en nuestro caso- ante el desconocimiento inicial del grado de cumplimiento que puedan otorgar a sus promesas, es conveniente examinar sus valores, y por ello considero necesario recordar algunos aspectos de lo que ya conocemos.advocats___

Hace ya cuatro difíciles años tuvieron lugar las últimas elecciones a la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Tarragona. El candidato a Decano, Manel Albiac, prácticamente desconocido en el medio profesional, se presentaba, y lo sé por habérmelo dicho él personalmente, más con intención de hacerse publicidad (salir en la foto un par de días, como decía él) que con la esperanza de acceder al cargo. ¿Y cómo es que accedió finalmente? El peso de popularidad de la candidatura lo aportaba Fernando Huidobro, que se postulaba como Vicedecano. Por desgracia, los avatares subsiguientes le situaron en la tesitura de tener que dimitir prematuramente. Y ese peso de popularidad, aun así, no era suficiente. En vísperas del día señalado para las elecciones, un colegiado de cuyo nombre no quiero acordarme, remitió a la lista oficial de colegiados de que disponían en exclusiva ambas candidaturas, y sólo para su utilización electoral, un correo electrónico con interpretaciones subjetivas y malintencionadas sobre determinados antecedentes de algún miembro de la candidatura contraria a la de Albiac, con valoraciones intencionadas que convertían en difamatorios hechos totalmente correctos, acompañando copia de una Sentencia que el autor del envío masivo manifestaba, en otro correo que circuló gracias a un error de remisión, haber obtenido directamente del candidato Albiac, que poco tiempo atrás se había reunido con él. En este segundo correo manifestaba el autor del panfleto a Albiac que nunca le diría a nadie que había sido el propio Albiac el que le había facilitado la copia de esa Sentencia malintencionada.

Tras esta andanada masiva de difamación inmediatamente previa al acto electoral, algunos votos, naturalmente, de quienes creyeron las especies vertidas en el correo masivo remitido, se decantaron por el candidato Albiac y su candidatura en bloque, que, sin esa carta, no habrían tenido ninguna posibilidad. De hecho, ganaron por cuatro votos. Recordemos aquí, para comprender la escasez del margen de superioridad obtenido por la junta de Albiac, que el voto de los abogados ejercientes cuenta como dos votos.

Aceptando pese a todo el resultado electoral, un nutrido grupo de letrados miembros del colegio y con relevante representatividad moral, propusieron al ya Decano electo que, para no generar divisiones y dudas respecto de la intachabilidad de la nueva Junta en todo el afer descrito, en el primer acto público debía hacer expresa manifestación de que no había tenido arte ni parte, como masivamente se sospechaba, en la ilegal y falaz remisión del correo masivo del colegiado de malhadado recuerdo.

Si bien al Decano le pareció justa y acertada la idea, y así lo manifestó a sus interlocutores, sorpresivamente, tras reunirse con su Junta, había cambiado de opinión y se negaba a manifestar semejante cosa. ¿La razón? La de cobertura, al menos, era que eso sería ceder a “un chantaje”… Escasamente convincente el argumento, por cierto. Más bien parecía que tuvieran temor a irritar a ese presunto socio que les había dado semejante y útil espaldarazo para poder acceder a los cargos que ocupaban y no se atrevieran a inquietarle.

Tal y como se le había anunciado al Decano, sin ese requisito de pulcritud, siquiera fuera tan solo aparente, no se iba a apoyar su investidura, y así, un grupo amplio, representado por los cinco ex decanos que en los últimos cincuenta años gozaronadvocats_ de la confianza de los colegiados, se negó a asistir a sus actos públicos de inicio de mandato, y han dejado de asistir a la mayoría de actos y fiestas colegiales durante estos años. Albiac acaba de manifestar en el Diari de Tarragona, sin despeinarse, que no existe división en el Colegio. ¿Ignorancia o palmaria negación de la verdad?

Y si el exigir la jura de Santa Gadea le costó al Cid el destierro, a los opositores a la actitud de la nueva Junta, les costó la permanente reprobación por parte de la misma, sin vergüenza ni recato alguno, plasmando la misma en toda clase de actos contra los mismos, cuál si de enemigos políticos se tratase, con pequeñas y mezquinas represalias, como negarse tercamente a colocar en la galería de decanos eméritos la fotografía de su predecesor o negarse a dar respuesta a sus peticiones por escrito.

Y así entró la Junta de Albiac como elefante en una cacharrería. Tras marginar protocolariamente a los decanos eméritos que tuvieron la osadía de no apoyarle, su primer intento fue atacar a la Fundación del Colegio de Abogados que era obra, precisamente, de tales decanos eméritos que la habían fundado y que la dirigían y gestionaban. Y así, en la primera Junta General, propuso a la asamblea la supresión de la principal fuente de ingresos de la Fundación, que consistía en el 1% del presupuesto colegial, cifra derivada de la evolución histórica del inicial 0’7% que se aplicaba internacionalmente como fondo de solidaridad para ayuda al desarrollo. Por suerte, y gracias a la oposición allí presente, esa propuesta fue rechazada por la Asamblea.

Y haciendo de la necesidad virtud, ya que no pudo cargarse la Fundación, optó por, primero, controlarla, y después, por utilizarla como carta de presentación en sus afanes electoralistas. De hecho, en su actual campaña, desarrollada, eso sí, a través de las comunicaciones colegiales oficiales, “vende” la puesta a disposición del colegiado de ayudas de la Fundación para situaciones de necesidad de los colegiados, posibilidad que siempre existió, y de hecho se llevó a la práctica en ocasiones, aunque sin el actual revestimiento de férreos requisitos administrativos y documentales para su obtención.

Para controlar la Fundación realizó toda clase de actos torpes: A la semana de celebrarse una Junta General en que la Asamblea eligió a un representante de las Mutualidades, como estatutariamente corresponde, siendo elegido un candidato que no era afecto a la candidatura de Albiac, a la semana, repito, y con métodos que recordaban por lo sumarísimo, a las notificaciones franquistas por medio de motoristas, cesó al representante democráticamente elegido, y designó, unilateralmente, a ¡dos! representantes de las Mutualidades. ¿Por qué dos? Porque precisaba de un voto más en el Patronato de la Fundación colegial para poder controlarla, pues sin ese número de votos no podría –ni falta que hacía, por otra parte- llegar a presidirla. Digamos, para abreviar, que esa decisión le fue anulada por la Generalitat, y que la irrupción de la nueva Junta en el seno de la Fundación comportó el que, finalmente, todos los patronos de la misma hasta ese momento existentes, presentaran en bloque su dimisión, por razones éticas. Desde entonces, la ocultación –recordemos la misteriosa desaparición de la polémica grabación de la primera junta general que duró cinco horas- la manipulación de hechos o de actas, la improvisación de reuniones de junta no celebradas y documentadas a posteriori y la triquiñuela en general, han sido frecuentes en la política de Albiac. Citemos a modo de ejemplo, la “residencia” en Tarragona del Secretario de la primera Junta encabezada por Albiac, que constituyendo un requisito estatutario para el desempeño del cargo, bordeó, como mínimo, la ilegalidad. El Secretario se trasladaba regularmente los viernes desde Barcelona para asistir a las juntas de gobierno. Algo similar puede reproducirse hoy con algún miembro de su nueva candidatura.

Las promesas electorales de Albiac se esfumaron con la misma rapidez con que se modificó su actitud respecto a la Fundación. La prometida transparencia se plasmó en convocar Juntas Generales por medio de un pequeño edicto subrepticiamente colgado en el tablón de anuncios, cuando el tema a debatir les resultaba inquietante, en lugar de utilizar, como es de rigor, el correo electrónico para general conocimiento de colegiados. Es legal hacerlo así, sí, pero escasamente transparente. Cuando convino, y expresando que lo hacían en aras a esa supuesta inexcusable transparencia, publicaban por ese correo electrónico general, a todos los colegiados, que la querella interpuesta por un abogado contra Albiac, ¡no como Decano, sino como colegiado!, había sido archivada, pero no publicaban ni lo han hecho, que la decisión del Consell de Col·legis d’Advocats de Catalunya de asumir la competencia para enjuiciar el advocatscomportamiento de Albiac durante las elecciones, competencia que, ¡vaya Vd. a saber por qué!, pretendía arrogarse la Junta de Gobierno del Colegio de Tarragona, presidida por el propio enjuiciado, fue recurrida administrativamente, siendo desestimado el recurso, con imposición de costas que hubo de pagar el sufrido colegiado. Eso no justificaba, en aras de la transparencia, su publicación… Y, ¿qué sabemos hoy de las denuncias interpuestas o expedientes abiertos contra el colegiado que remitió la –digamos- carta “bomba”, y de cuya evolución o resultado nada sabe el colectivo?

Y si bien es cierto que en la Junta del Decano Albiac hay, y más ahora que ha desaparecido de ella el Secretario, elementos esforzados y válidos, excelentes compañeros algunos, de entre los que siguen y de entre los que no renuevan candidatura, no lo es menos que otro de los incumplimientos flagrantes de la promesa electoral, como lo era el de celebrar las siguientes elecciones con listas abiertas, tiene como causa no, como ahora afirman, la “experiencia”, si no la evidencia de que algunos cargos, y de entre ellos con seguridad el del Decano, no resultarían reelegidos. ¿Qué experiencia iban a tener ahora en lo conveniente o inconveniente de las listas abiertas con cuya promesa fueron elegidos y votados, si no se ha producido desde entonces elección alguna?

El acceso a los cargos del Colegio fue un “daltabaix”. Como en una toma de poder al más puro estilo político dictatorial, la nueva Junta purgó al personal administrativo que caprichosamente consideraba afecto a sus opositores, incluso a un elevado coste para el colegiado tras un despido declarado improcedente. Se abarataron cuotas, sí, pero gracias a que en años anteriores el pago total de la hipoteca concertada para la construcción de una sede colegial propia que nunca había tenido el Colegio, dotaba a la Junta de una Tesorería ideal para efectuar esa reducción, reducción, por otra parte, que ahora cualquier otra Junta mantendrá o incrementará, pues así lo permiten las condiciones económicas heredadas de Juntas anteriores.

Y la purga continuó por las propias Juntas precedentes que Albiac sabía adversas: Antes de preocuparse por temas colegiales acuciantes, que como veremos siguen sin ser abordados, en esa actitud de “purga” solicitó notarialmente las actas y documentaciones de varias décadas anteriores en la gestión del Colegio de Abogados, de épocas en que, como decíamos, no existía siquiera una sede colegial propia y las copias de los documentos se realizaban a mano con papel carbón. Y de todo ello, sacó punta para enfrentarse a compañeros que le eran adversos en la gestión.

El Secretario, antes Abogado del Estado, y persona que unía a su férrea voluntad de mando una evidente capacidad para desempeñarlo, convirtió el Colegio, con el Decano a su servicio, en una “Oficina Siniestra” –los que por edad hayan sido lectores de La Codorniz sabrán a qué me refiero- cargando con una insoportable burocracia la realización de cualquier trámite o gestión del Colegiado con SU Colegio.

Las peticiones desoídas, incontestadas, o, en el mejor de los casos, voluntariamente malinterpretadas devinieron moneda común en el tráfico administrativo entre colegiados y colegio y, más grave todavía, afectando principalmente a aquellos colegiados que podían ser considerados del grupo opositor “inexistente”.

Las contrataciones de diversas pólizas colectivas de responsabilidad civil, obligatorias para los colegiados, han sufrido, tras una inicial y pulcra propuesta de cambio a la junta general, que aprobó la renovación, diversos cambios posteriores, nunca sometidos a general autorización, y con extremos escandalosos, como las comisiones que percibía el Colegio por cada adhesión contratada, que lejos de utilizarse para reducir el coste de la cobertura para todos los asegurados con carácter igualitario, se destinaban a subvencionar las fiestas y cenas colegiales, de cuyo abaratamiento presume la junta de Albiac, beneficiando de esta forma tan solo a unos pocos de los miembros del colectivo, en detrimento de los restantes y mezclando, indebidamente, los ingresos por cuotas de ejercientes y no ejercientes, con el coste de la póliza de responsabilidad civil, de cobertura obligatoria para el colegiado, y a cargo tan solo de los ejercientes, a los que no llega a beneficiar la reducción de costes en la contratación colectiva. La ausencia de información ha comportado que el colegiado desconozca las condiciones de su cobertura o pueda optar, en su caso, por otra más conveniente y que corra incluso el riesgo de ver rechazado un eventual siniestro.

Y entre tanto, la actitud del Decano, inicialmente deprimido, callado y taciturno en todo acto, fotografía o comparecencia pública, ha cambiado. Se ha crecido y aparece, ahora, pletórico y satisfecho. Se nota que le ha gustado eso del “poder”, y él mismo lo manifiesta así en sus declaraciones públicas preelectorales. No sé si podría imaginar lo agradable que le habría resultado presidir un Colegio unido, en paz, concordia y armonía como el que los colegiados merecemos.

El rechazo frontal a la colaboración que muchos miembros de las Comisiones colegiales ofrecieron a la nueva Junta para finalizar los expedientes que venían tramitando, fueran disciplinarios, fueran de honorarios, etc., comportó el que innumerables expedientes se retrasaran, en perjuicio de los colegiados y de los particulares afectados, o caducaran y tuvieran que reproducirse en su tramitación, o, simplemente, prescribieran. Y ello, ¿por qué razón? Por evitar cualquier participación en la gestión colegial de esos “opositores” que, según el hoy de nuevo candidato Albiac, no existen y que habían prestado ya servicios desinteresados a juntas anteriores. La inicial crítica en su campaña electoral al certificado AENOR obtenido por la Junta precedente, ha pasado a ser un estandarte del que, hoy, presume la junta de Albiac.advocats2

La litigiosidad de la actual Junta, y en concreto de su Decano, ha sido numerosa. Nunca se había producido en el seno colegial semejante aluvión de pleitos y procesos de todo tipo contra los dirigentes. Laborales, civiles, penales, administrativos… puede afirmarse que salvo la jurisdicción de familia, han tocado todos los palos. Significativo. Todo ello, naturalmente, supone un innecesario sobrecoste para el colegiado.

Sus actitudes preelectorales denotan de nuevo esa ausencia de un principio de corrección política para con los compañeros electores. A nadie se escapa el incremento reciente de anuncios y comunicaciones colectivos que destacan el “buen hacer” de la actual Junta, rozando lo inadmisible y, presumiblemente, con la intervención del Asesor de Imagen del Colegio que entre todos pagamos. Pero mayor es el roce cuando uno de los cursos de formación, uno más entre todos ellos, se publicita en el Diari de Tarragona, ¡por primera vez y precisamente en período preelectoral!, pagando esa publicidad indirecta electoral todos los colegiados. Esos anuncios no salen gratis… Y sí lo son, en cambio, al menos para nuestro Colegio, aquellos otros institucionales del propio Consell, en los que, indebidamente, nuestro Decano ha venido estampando  su nombre y firma, como si fueran propios, aprovechando la circunstancia de hallarnos en período preelectoral.

Y si bien gestiones tales como la iniciativa de una comisión de derecho animal son encomiables –me consta que sus componentes viven con convicción y entrega la responsabilidad que ello les confiere- no puedo creer que el candidato Albiac otorgue a esa comisión otro valor que el de servirle de apoyo, un trampolín más, en la contienda que se avecina. No puedo entenderlo de otra manera por cuanto no puede tener sensibilidad por los animales quien no la tiene por las personas. Sé que, recientemente, el candidato Albiac tuvo la osadía de “venderle” a un compañero el “favor” de no haber hablado nunca mal de él por su condición sexual… Claro que, además de la sorpresa, el citado compañero sufrió el shock de tener que dudar, dado que forma parte de esa “inexistente” oposición, de si ese comentario, además de una patosa inoportunidad homófoba, entrañaba también una amenaza de llegar a hablar mal de él por la citada razón si en algún momento así le convenía…

La presencia de un tal Oriol Ruscà en el acto de presentación de la candidatura de Albiac, que afirma haberlo hecho a título de amigo personal, denota, nuevamente, ese afán de recurrir a todo para reforzar sus expectativas electorales. Y no, señores. No todo vale, sea o no legal. Claro que se da la circunstancia, obviamente “casual y no significativa”, de que Oriol Ruscà, (al parecer Albiac no tenía otros amigos personales que hicieran el mismo papel), es, al tiempo, Decano del Colegio de Abogados de Barcelona, y President del Consell dels ·l·lustres Col·legis d’Advocats de Catalunya. De todos. Pero claro: Para no lesionar la neutralidad a la que como tal vendría obligado, asegura que sólo asistió a título personal en calidad de amigo. Lástima que el propio Albiac le contradijera haciendo público que el Decano de Barcelona y Presidente del Consell le había acompañado en el acto. Me consta que algún o algunos colegiados se han dirigido a Ruscà reprochándole su actitud, y de su respuesta procede, precisamente, el conocimiento de que manifieste que tan sólo asistió como amigo, y no como cargo electo.

Entre toda esta maraña, Albiac, amigo de poderosos cuyo apoyo personal no quiere perder; que afirma con rotundidad, también sin despeinarse, que Tarragona no ha sufrido ninguna discriminación económica por parte de la Generalitat, que prometió en su día al Conseller de Justicia, tras el fracaso de su intento de boicotear su presupuesto, rehabilitar la Fundación colegial sin contar para ello con la preceptiva decisión de la soberana junta General, no sólo ha puesto trabas al libre acceso del colegiado a su propio colegio, administrativas en buena parte, sino que ha negligido de forma radical la razón de ser del propio Colegio, que es el amparo y la defensa del colegiado frente a poderes, políticos, judiciales, policiales, etc., que, naturalmente, sin el apoyo del colectivo, le superan. En nada se han mejorado las condiciones reales en que los sufridos abogados vienen desempeñando su función. Téngase muy en cuenta.

Son paradigmáticos los comentarios de los actuales decanos catalanes, y aún de muchos del resto de España, que viven en directo la intervención de Albiac en reuniones del Consell o del Consejo General, destacando su inoperancia y su escasísima participación. Eso sí: El Decano acude a Madrid el día antes de las reuniones del Consejo, y allí pernocta, para luego justificar su presencia una media horita… Parece que le puede suponer un esfuerzo excesivo el ir y volver en el mismo día, o el asistir a los actos y reuniones en su integridad como han hecho habitualmente todos sus predecesores.

En el apartado de formación, el Master de la Abogacía, heredero de las Escuelas de Práctica Jurídica constituidas con anterioridad, son de destacar dos circunstancias: El reparto, por un lado, de profesorados retribuidos entre los adláteres de la propia Junta, en un importante porcentaje, con independencia de su mayor o menor adecuación para la función que se les atribuye, y la delegación del cargo de Coordinación en una persona, excelente jurista, por otra parte, de acreditado prestigio, e incluso gran amiga de quien esto escribe, como lo es la Gerente del Colegio, pero que, en contra de la tradición que se asimilaba al citado cargo, nunca ha ejercido como Letrada. ¿Acaso no existe en nuestro colectivo, como acontece en los otros colegios, ningún compañero letrado que cumpla con el perfil para ser coordinador del master en representación de todos los abogados de Tarragona?.

Manel_Albiac
Albiac, candidat a la reelecció

En cuanto a la candidatura encabezada por Tarrés, no voy a hacer una defensa paladina. Tal vez dentro de cuatro años, o antes, deba redactar una carta parecida a la presente. Espero que no sea así. Sólo sé que, hasta ahora, todos son compañeros de verdad, sin ánimo de un poder que no obedezca a la protección del colegiado. Ejercientes todos ellos, conocidos, generosos y jóvenes, su trayectoria y dedicación al Colegio es suficientemente conocida como para apostar ahora por ellos, en lugar de por los “malos conocidos”. El candidato a Decano, Tarrés, ha dirigido en tiempos con brillantez y eficacia a la Abogacía Joven de la que fue Presidente, un cargo que no otorga poder alguno, pero de cuyas acciones se derivaron históricamente logros tales como la eliminación del Turno de Oficio obligatorio y gratuito, para pasar a la situación, siempre mejorable, claro está, que se disfruta hoy, ya a cargo, con mejor o peor fortuna, de los poderes públicos, la preceptiva asistencia al detenido o preso, etc. Y el mejor valor de esta candidatura en comparación con la oficialista: No estarán sometidos a un Decano Albiac, formado por su primer Secretario y acomodado ya en los defectos, incongruencias e inconsistencias de gestión que he venido refiriendo.

¿Qué decir, ahora, de los sucesivos acuerdos y contraacuerdos relativos a las fechas electorales y a su anticipación? No sé a qué obedecen, pero atendido que hasta el momento, como se dice, no han dado “puntada sin hilo”, es seguro que responden a alguna estrategia concreta que tarde o temprano llegaremos a conocer.

Lamentablemente, no tengo mucha confianza en que esta carta pueda finalizar con el período de Albiac. Las candidaturas oficialistas, dormidas ya en sus laureles, -sobretodo esta- y con los apoyos que con el tiempo han ido ganando de autoridades e instituciones con las que, lógicamente, estarán obligadas, tienen siempre una gran ventaja. Pero por el principio de que “quien a hierro mata a hierro muere”, si con esta carta pudiera compensar los exiguos votos que en su día le dieron la victoria, gracias a la ya comentada carta de aquél indigno colegiado, me daría por satisfecho.

Agradeciendo tu atención a este escrito, y a tu disposición para cualquier aclaración, atentamente te saluda,

Rafael FERNÁNDEZ DEL CASTILLO 
Colegiado 537

 

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