16. Maig 2024

CARLES CASTILLO | Elecciones: “pierde la Guardia Civil y gana la Secreta”

«Que somos los mismos, claro». Una vez más, la genial cinta de José Luis Cuerda que he citado en varias ocasiones (“Amanece, que no es poco.”) ofrece el marco ideal para analizar qué ha pasado en estos últimos meses. Ni siquiera el gatopardiano «algo ha de cambiar para que todo siga igual» hace justicia al despropósito al que el pueblo catalán ha sido sometido desde distintos ámbitos, porque todo sigue igual pero no ha cambiado nada, o ha cambiado a peor, que ya es el colmo.

Carles Castillo

En muy pocas líneas, una magra mayoría parlamentaria adopta una serie de acuerdos contrarios a Derecho, un gobierno central se niega en redondo a tratar como un problema político un altísimo índice de desafección de uno de sus más importantes territorios, encarcela a algunos líderes políticos –sí, he dicho «el gobierno encarcela»– (a través de su fiscalía), e interviene la autonomía.

Otros líderes políticos huyen de la justicia y protagonizan un sainete propio de la más hilarante literatura surrealista. Entre tanto, Catalunya queda en manos del Partido Popular que, recordemos, en nuestra comunidad tiene una implantación cercana al extraparlamentarismo y convoca deprisa y corriendo unas elecciones para que pase… ¡nada! Lo que decía el alcalde la pelicula, «pierde la Guardia Civil y gana la Secreta, pero es que somos los mismos».

Se puede hacer alguna salvedad en este análisis y es sobre el ascenso de Ciutadans. Este partido, en dura pugna, gana el combate a un PP sin iniciativa política, sin planes más allá de la represión policial y judicial y sin proyecto conocido pero al que parece que, precisamente, esta falta de visión política, le hace merecedor de pescar en un importante caladero de votos más allá de Catalunya, fuera de Catalunya.

Un vistazo a vuelo pluma al mapa de escrutinios parece explicar que ha habido un corrimiento de votos del catalanismo inclusivo hacia el rupturismo, azuzado por la represión policial y judicial, a la vez que amplias capas de tradicionales abstencionistas, esa gente que no se mete en política, ha salido esta vez de casa para apoyar a Arrimadas y, en menor medida, al único líder que se presentaba a los comicios con un proyecto de país y una mochila cargada de soluciones para todos, Miquel Iceta. Parece de justicia decir esto sin matices.

Por supuesto, aquella promesa de reforma constitucional comprometida al apoyo del PSOE a la aplicación del controvertido artículo 155, no está de momento a la altura de lo que se esperaba por culpa también de las ausencias, dicho sea de paso. Pero sobre todo por la falta de profundidad con la que lo aborda M. Rajoy; y es que da la sensación de que sus consejeros áulicos le impulsan a carecer de propuestas políticas de calado, puesto que, según ellos, esto es lo que espera su electorado. Me cuesta calificar esta actitud.

Cuando se escriben estas líneas, el Tribunal Supremo ha decidido mantener en prisión provisional a uno de los candidatos a presidir la Generalitat mediante un Auto que algún catedrático de Derecho Constitucional ha calificado de esperpéntico. Tenemos un Parlament que no sabemos cómo se constituirá, porque varios de los diputados electos se encuentran, con Puigdemont a la cabeza, asimismo fuera de España. La candidata más votada, Inés Arrimadas, hace gala de parecida falta de responsabilidad a la del mismísimo Rajoy y se resiste a tomar la iniciativa, como le corresponde por resultados, en una cámara con teórica mayoría de declarada intención independentista.

Para este viaje no hacían falta alforjas. Convocar un referéndum a todas luces ilegal e ilegítimo, movilizar a unos dos millones de personas, mandar a Guardia Civil y Policía Nacional porra en alto a poner a Catalunya en una suerte de indeclarado estado de excepción, convocar unas elecciones exprés y que el resultado sea volver a la casilla de salida, solo puede ser la conclusión de una ineptitud o, lo que es peor, mala fe, por parte de algunos líderes políticos que el pueblo catalán y el español en general no se merecen, por mucho que los voten una y otra vez.

¿El futuro? Incierto. Quienes intentamos, desde el inicio, llevar el proceso por la senda del diálogo y del sentido común, quedamos desplazados, en una aparente tierra de nadie, encajados en un marco político en el que las mayorías parecen hacer oídos sordos a algo tan sencillo como lo único posible. Diálogo, negociación y pacto.

Carles CASTILLO
Diputat electe del PSC a Tarragona

 

Quins partits governaran a Tarragona?

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