28. Març 2024

Arxius de Vito Tarracorleone | Diari La República Checa

REDACCIÓ10 Desembre, 2020

Pau Ricomà alcanzó la alcaldía con un aura de político inmaculado que le benefició durante la campaña electoral, coincidiendo con un tiempo político especialmente enfangado. Sus anteriores cuatro años en la oposición fueron un derroche de intransigencia e inflexibilidad para con el gobierno de Ballesteros.

No obstante, esta aura sin mácula no es nada precisa, pues Ricomà ha tenido una carrera fulgurante en el seno de ERC, primero, y en el consistorio, después, que resulta inquietante: se afilia a ERC en el estreno del siglo XXI y en un plazo de tiempo sorprendentemente breve, desaloja a los históricos del partido y a los jóvenes aspirantes y se instala en la poltrona republicana local ¿Una trayectoria no exenta de intrigas vaticanas?

Su acceso a la alcaldía también anduvo sobre berenjenales, que hemos ido conociendo en los meses siguientes gracias a las desventuras uno de los conjurados (Hermán Pinedo), aunque un calendario benévolo (verano, Santa Tecla, Navidades y Pandemia), lo aprovechó Ricomà para abrir puntos suspensivos en su mandato.

Sin embargo, a día de hoy, Ricomà ya sabe lo que es ser deudor político de los que te consideran un mal menor. Los Comuns-Podem han desvirgado políticamente a Ricomà, marcándole el paso en una serie de asuntos de calado en la ciudad y que están abriendo importantes brechas en el equipo de gobierno del alcalde.

Principalmente, son los temas urbanísticos los que mejor teledirigen los Comuns-Podem y eso es lógico a tenor de que el interlocutor y negociador de ERC con los grupos municipales que dan apoyo a Ricomà es Xavier Puig, a la postre, responsable del área urbanística consistorial.

Temas tan estratégicos para la ciudad como el desarrollo de proyectos que se daban por asumidos, tales como Mas d’en Sorder, la Budallera o la Savinosa, están siendo bloqueados, en primera instancia, y reformulados, en segunda instancia. Detrás de estos cambios, aparentemente caprichosos, encontramos el mando a distancia de los Comuns-Podem y su concepción urbanística de Tarragona, que se la imponen a Ricomà como peaje por su apoyo discreto y fuera de cámara.

Hasta tal punto llega esta pérdida de virginidad política de Ricomà que la propia Noemí Llauradó, ascendente presidenta de la Diputación de Tarragona, se ha visto obligada a intervenir en el proyecto de la Savinosa y achicarle los espacios a Ricomà. Mientras Llauradó sigue proyectando una imagen de solvencia y visión institucional, Ricomà anda de puntillas para no molestar a sus socios de gobierno, que no son precisamente dos gigantes de la política: una inquieta y aplicada licenciada universitaria con “asesor espiritual” y un defenestrado de Podemos, pero con mucha voluntad política.

No es nada personal, son solo negocios.

Vito TARRACORLEONE

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REDACCIÓ23 Novembre, 2020

Vi las fotos publicadas en los medios reusenses en las que aparecen unos rudos y curtidos barrenderos lamentándose a las puertas del Ayuntamiento. Uno de ellos sostiene un cartel con un corazón hecho añicos y el lema “Alcalde, fue bonito mientras duró”. Me impactó esa imagen. 

Uno se imagina a los barrenderos aguerridos tras una pancarta y a voz en grito, pero jamás exponiendo su melancolía en callados carteles, cual portantes de coronas en su propio entierro.

El barrendero de la foto, con su expresión grave y lacónica, lanzaba un grito mudo y desesperanzado, como quien no espera destinatario ni respuesta, pues sabe que el alcalde ya no lo necesita más que para limpiar las calles de Reus a precio de subasta.

Siempre sospeché que Carles Pellicer, tras su habitual gestualidad de camarlengo, escondía un gélido corazón despótico, que trata los asuntos humanos con la misma insensibilidad gobernante con la que Thatcher despachaba a los mineros británicos.

Aborrezco a esos políticos que, como Pellicer en el conflicto de la basura, ponen en marcha la implacable, enorme y pesada máquina burocrática para aplastar las pequeñas esperanzas de la gente sencilla, pero que, a su vez, son la gente importante, como quedó demostrado en las trágicas semanas del confinamiento.

Me resulta mezquinamente hipócrita que un alcalde busque el selfie fácil con los que les tocó jugarse su salud durante el confinamiento y al cabo de unas pocas semanas les dé la espalda y ni tan si quiera les reciba en su despacho para escucharlos con detenimiento y respeto, antes de tomar decisiones traumáticas para ellos.

Cada uno opinará como quiera y guste, pero mi intuición me dice que Pellicer es el villano en esta historia y los currantes de la basura, sus víctimas propiciatorias.

No es nada personal, son solo negocios.

Vito TARRACORLEONE

 


REDACCIÓ7 Octubre, 2020
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Para poder ser investido alcalde, Pau Ricomà tuvo que desencallar el bloqueo de Comuns-Podem a Junts perTarragona y lo hizo alcanzando un acuerdo con Dídac Nadal que se podría equiparar a lo que antiguamente se conocía como un pacto entre caballeros.

Dicho pacto se asentaba en tres puntos básicos: a) el gobierno municipal liderado por ERC canalizaría las propuestas de JxC consensuándolas previamente entre ambos grupos municipales; b) JxC tendría espacio de gestión municipal ya fuese a través de las empresas municipales o de cargos técnicos de alto nivel; c) Dídac Nadal tendría interlocución directa y periódica con Pau Ricomà.

Podemos afirmar que Ricomà tan solo ha tardado unos pocos meses en diluir sus tres compromisos con Nadal en el agua balsámica de la gestión del Covid o arrinconándolos por las presiones de sus socios de gobierno y de las CUP, e incluso olvidándose de los mismos por esa preocupante tendencia del alcalde a la parsimonia.

El caso es que Nadal tiene razones para sentirse traicionado por Ricomà. Y eso debería preocupar -y mucho- al alcalde, ya que hasta el día de hoy solamente hemos conocido esa versión poética de Nadal, más emotivo y voluntarista (estilo Agustí Mallol) que su versión en prosa, más pragmática y astuta (estilo Joan Miquel Nadal), pero eso no significa que el buen Dídac no pueda convertirse en un Django Desencadenado.

Al alcalde le empiezan a acuciar los problemas: sus socios de gobierno Comuns-Podem se están haciendo con el control de algunos enclaves estratégicos en los barrios, por otra parte, internamente, Xavier Puig suena cada vez más en diversos sectores de la dirección de ERC, que buscarían un alcaldable para 2023 que tenga más largo recorrido que el ya jubilado Ricomà y por si fuese poco todo esto, las CUP ven en el desgaste de los republicanos un interesante filón electoral y, al mismo tiempo, le han impuesto a Ricomà una serie de decisiones que hacen inviable un acuerdo de los republicanos con el PSC a corta plazo.

¿Qué gana Dídac Nadal dando apoyo a un gobierno que le es extraño? ERC en Tarragona compite por un importante botín electoral que también desea JxC y que en su día estuvo en el zurrón convergente. Ambos ansían dicho botín, pero no les es viable compartirlo. Nadal también debe soportar las continuas zancadillas y empujones de Comuns-Podem, que han abierto misiones pastorales en la mayoría de los barrios sin que ni Ricomà ni Nadal se hayan percatado del alcance de esa estrategia tentacular. En definitiva, el apoyo de Nadal al gobierno municipal es un mal negocio para el Hereu. Todo tiene un precio…

Parece difícil dibujar el horizonte de Nadal en 2023, pero parece claro y evidente que las cosas no le van bien tal cual están.

Vito TARRACORLEONE

No es nada personal, son solo negocios.

 


REDACCIÓ25 Setembre, 2020
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Olvidemos la pesadilla de los nefastos Juegos Mediterráneos y ataquemos el presente deportivo de Tarragona para darnos de bruces con una penosa e irritante realidad: nuestra ciudad es el FAROLILLO ROJO del deporte catalán. Sin peros. Sin paliativos. Así de crudo.

Tomemos una referencia objetiva y metódica: las máximas categorías estatales masculina y femenina de los deportes con mayor calado social en Cataluña. Estos deportes son fútbol, básquet, fútbol sala, balonmano, voleibol, waterpolo, hockey patines y hockey hierba. Añadamos, incluso, dos disciplinas que también tienen máxima competición estatal de clubes: atletismo y natación. En total 10 disciplinas que desdobladas entre masculinas y femeninas suman un total de 20 competiciones estatales.

En esas 20 competiciones nuestra olímpica Tarragona suma CERO equipos defendiendo el nombre de la ciudad. Cero cerapio, cero patatero, cero multiplicado por cero. En contraste, nuestras rivales directas, por ser capitales de provincia, Girona y Lleida, suman un total de 4 y 2 equipos respectivamente entre las 20 competiciones. Barcelona la dejamos comer a parte porque es omnipresente.

Otras ciudades catalanas nos atizan por goleada: Terrassa 11 equipos; Sabadell 4; Mataró 4 o Sant Cugat 4. De las 10 disciplinas deportivas que analizamos, algunas tienen una amplia y antigua raigambre en Cataluña, como son el básquet, balonmano, waterpolo, hockey patines o hockey hierba y por esa razón encontramos otras poblaciones catalanas con uno o más equipos que las representan en esas máximas categorías: Granollers (balonmano); Santa Coloma de Gramanet y Esplugas de Llobregat (fútbol sala); Badalona y Seu d’Urgell (básquet); Taradell, Reus, Igualada, Caldes de Montbui, Manlleu, Cerdanyola, Vilanova i la Geltrú, Bigues, Voltregá, Palau de Plegamans, Lloret de Mar, Calafell, El Vendrell i Noia (hockey patines); Rubí y Sant Feliu de Llobregat (waterpolo).

Pero por si a alguien le parece que hemos discriminado deportes con cierta solera, ningún problema, sumemos otras competiciones estatales en sus categorías top, tales como rugby, tenis de mesa, futbol americano, hockey hielo o fútbol playa… el abismo deportivo tarraconense se hace inmenso. En esas competiciones estatales encontramos equipos catalanes de Sant Boi, l’Hospitalet, Lleida, L’Escala, Badalona, Barberà del Vallés, Puigcerdà, Sabadell, pero ni un solo equipo defendiendo la bandera ondulada de Tarragona.

Si seguimos repasando la lista de otros deportes nos empujaremos irremediablemente a un ataque depresivo profundo, porque no podemos ocultar un dato demoledor: Tarragona es la única capital de provincia española que no tiene ningún equipo compitiendo en alguna de esas 32 competiciones de máximo nivel. Repasen el dato y verán que es tan cierto como triste.

Ni uno solo de los clubes de Tarragona está encaramado a la máxima categoría de esos 16 deportes, ni para hombres ni para mujeres. De ahí que surjan algunas preguntas angustiosas: ¿En Tarragona somo genéticamente impedidos para el deporte? ¿Nuestros clubes están dirigidos por una panda de incompetentes? ¿Todas las federaciones deportivas han urdido un maquiavélico plan para dejarnos fuera de la élite deportiva? ¿La causa de nuestra tragedia deportiva son las emisiones de la industria petroquímica? ¿La culpa es del chartreuse?

En nuestros días no es ninguna exageración afirmar que el deporte es un parámetro inequívoco de desarrollo social y aunque cuatro ignorantes con cargo político y sueldo público digan que lo importante es el deporte popular, resulta más que obvio que Tarragona es un desierto deportivo: no tenemos equipos en la élite de las principales competiciones estatales, el tejido deportivo de Tarragona vive en la indigencia financiera, no disponemos de ningún evento deportivo de referencia estatal y ya no digamos internacional, en definitiva, somos una verdadera calamidad deportiva se mire por donde se mire.

Y frente a esta insoportable realidad, ¿Qué dice nuestro ínclito gobierno municipal? Nada. Pero no “nada” de “nadar”, sino nada de nada, encefalograma plano, absentismo total y permanente, no va con ellos. El deporte de Tarragona lleva tiempo desangrándose, sin un plan, sin un horizonte que no sea sobrevivir un día más, pero los gobernantes municipales ni se inmutan y mientras tanto Tarragona suma más y más puntos… en la clasificación de ciudades invisibles, también en lo deportivo. Eso sí, nuestra regidora de deportes hace zumba…

No es nada personal, son solo negocios

Vito TARRACORLEONE

 


REDACCIÓ21 Setembre, 2020
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Va a iniciarse la nueva singladura del Nàstic en la temporada 20-21 de Segunda B y nos enfrentaremos a un jeroglífico futbolístico organizado por la RFEF para que las aficiones no sepan ni bien ni mal si su equipo se encamina a subir a la “nueva” Segunda B, permanecerá en la “nueva” Segunda B que será como la actual Tercera División o descenderá a otra “nueva” Tercera División que tampoco se sabe muy bien qué cosa será. Esto no lo superan ni los Hermanos Marx asesorados por Agustí Mallol.

Pero eso no es lo más desconcertante de la nueva temporada bajo los efectos del Covid-19. Para mí es mucho más abracadabrante que en los partidos de casa no puedan asistir 3.000 socios del Nàstic a un estadio para 14.000 personas.

Con un poco de sentido común, hagamos comparaciones elementales. 3.000 asistentes en un aforo de 14.000 personas representan una utilización del espacio de butacas de poco más del 20%…. ¡en un recinto al aire libre! Esta densidad de ocupación es mucho menor que la que encontramos en los centros educativos, en los transportes públicos, en los Premis Ones, en Santa Tecla, en los Plenos municipales o en el bar de la esquina, todos ellos desarrollados en espacios cerrados.

Estamos viendo todo tipo de actos en los que las distancias personales se miden con plastilina, en locales cerrados y con unos protocolos ante los que la gente va más desorientada que Tarzán buscando la salida en un Corte Inglés. Pero no se permite que los socios del club acudan al Estadi.

Sin afición en las gradas, con la mala suerte que arrastra el equipo, con un presidente Andreu que está hasta las narices de aguantar la bandera, soportando el sistema cuántico-algorítmico que Rubiales a urdido para la Segunda B y una plantilla que puede acabar siendo como el ejército de Pancho Villa, ¿qué podemos esperar? Pues esperaremos lo mejor, porque como decía Pascal, el corazón tiene razones que la razón no entiende… y de corazón grana andamos sobrados.

No es nada personal, son solo negocios.

Vito TARRACORLEONE

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REDACCIÓ10 Agost, 2020

Rubén Viñuales irrumpió en la política local como un soplo de aire fresco: joven, pícaro, atrevido, ecléctico, simpático, guapo…. Lo tenía todo para triunfar en política, excepto una cosa: aquilatamiento. No digo que todo en Viñuales sea postureo, que no tenga firmes convicciones o que no vislumbre sanas ambiciones políticas… peeeeeeero, su ego le delata y sus prisas a vaces le juegan malas pasadas.

Viñuales, que es un buen jan,  era el cromo perfecto en el almanaque naranja de Cs, cuando todo parecía que iba rodando cuesta abajo: Rivera seduciendo en Madrid y Arrimadas enamorando en Catalunya. Las cosas empezaron a torcerse y Viñuales enseñó sus debilidades e impaciencias, haciendo lo que hace un lustrado modelo encima de la pasarela si las adversidades le afean el desfile: que se pone insoportable.

En los días posteriores a las municipales del año pasado, un Viñuales taciturno iba balbuceando que las cosas se le complicaban.

Viñuales contrapesó mal los pros y contras, pronosticó erróneamente los resultados electorales y calculó mal los tiempos, cosa harto importante en política. Tras la decepción en las elecciones municipales llegó a la conclusión de que lo mejor era tomarse un descanso y no achicharrarse con lo que se le venía encima a Cs. No tardó ni días en anunciar que no volvería a presentarse como alcaldable naranja y bla, bla, bla.

Pero por ese arte de birlibirloque que tienen las cosas de la política, Arrimadas en Madrid está sacando agua de un pozo que ya se daba por seco, mientras que, en Cataluña, Lorena Roldán no se plantea abrir más frentes de conflicto interno de los que ya tiene y, por si acaso los vientos del destino vuelven a soplar las velas naranjas, Viñuales se está replanteando seriamente desandar sus pasos, sacándose de la petaca que se rinde ante la demanda de sus electores para salvar a Cs en las próximas municipales de Tarragona, tal como Hasselhoff rescataba bañistas en apuros en las playas californianas. Viñuales es un buen líder, solo hace falta que le dejen.

Si finalmente Cs regresa a la equidistancia entre PP y PSOE, Viñuales se encontrará cómodo nadando entre esas dos aguas, aunque a él le agrade más – eso parece – la orilla del PSC. Esta nueva yuxtaposición de considerandos es la que le susurra al oído que se contorsione rápidamente y tome el primer asiento del pasillo central, como una veterana beata lo hace en la misa de domingo antes de comulgar.

Otra opción que le queda a mi amigo Viñuales es atender los cantos de sirena de algunos popes del PSC. Ese paso es un salto en el vacío y tiene un alto riesgo de credibilidad personal, porque el calendario electoral le obligaría a cambiar de montura entre dos caballos al galope, Cs y PSC, ya que no le daría tiempo a: 1) cerrar la etapa naranja, 2) entrar en barbecho y, 3) ¡abracadabra!, redescubrir su alma socialdemócrata.

Le voy a desear suerte a Viñuales, porque la va a necesitar más que mi primo Sonny en el peaje de Long Beach.

Vito TARRACORLEONE 

No es nada personal, son solo negocios

 


REDACCIÓ21 Juliol, 2020

Dos miembros del gobierno -Jordi Fortuny y Xavier Puig- han aportado el suficiente sentido común para sacar adelante los asuntos perentorios durante la pandemia, pero ahora que sus compis van tomando en sus manazas los asuntos de la ciudad, ya asoman las sandeces políticas del pacto Aguilar-Ricomà.

Tarragona necesita un gobierno municipal que impulse proyectos que empujen económicamente a la ciudad, que generen ocupación estable, que proyecten una imagen de dinamismo fiable; unos responsables políticos que animen a la iniciativa privada y a la inversión de largo plazo. Tarragona necesita un alcalde, no un oráculo.

Fijémonos en dos proyectos que el gobierno “pimpinela” de Aguilar y Ricomà ha paralizado caprichosa y capciosamente: La Budellera y Mas d’en Sorder.

Josep Maria Andreu, presidente del club deportivo emblemático de Tarragona, lleva esperando pacientemente años y años a que se active el proyecto de La Budellera para poder empoderar patrimonialmente al club, reforzar el tremendo esfuerzo económico que se ha realizado en los últimos tiempos para sanear las finanzas del Nàstic, así como disponer de un excedente para implementar nuevas iniciativas de carácter social que tengan por objeto beneficiar a la masa social del club y a la ciudad.

Si permitimos que Aguilar y Ricomà se salgan con la suya, pasaremos de ser Tarragona a ser Tarragoná. Seremos la capital del ‘na de na’

No hablaremos de la indolencia supina de Ballesteros en este proyecto, porque ahora toca hablar de los “pimpinela” Aguilar y Ricomà. Y es que la ciudad debe crecer urbanísticamente para ampliar ratio demográfica frente a la oferta de poblaciones cercanas que ansían, legítimamente, ganar atractivo residencial en competencia frente a Tarragona.

El plan de Aguilar y Ricomà es que el proyecto de la Budellera baile la yenka durante toda esta legislatura. Me parece a mí que los socios del Nàstic, a cualquier miembro del gobierno municipal que visite el palco del estadio en la próxima temporada, deberían recibirlo con una sonora pitada, blanca pañolada y a gritos de fuera-fuera. (Es solo una idea)

Carla Aguilar i Pau Ricomà

Y luego tenemos el proyecto del Golf Costa Daurada, que Ricomà, según tengo entendido, explica que lo paraliza porque quiere repensar la ciudad, aunque en realidad lo que le ocurre es que su socia podemita Aguilar le ha dicho que si permite el desarrollo del proyecto le romperá el gobierno.

Ahora resulta que un proyecto bendecido por los técnicos municipales lo paralizan los políticos porque, para algunos miembros del gobierno municipal, las viviendas con altas prestaciones solamente pueden construirse y disfrutarse en Galapagar, donde los chalés de lujo en un entorno natural como el de la Sierra de Madrid son “eco” porque todos sabemos que Pablo e Irene reciclan mucho y mean colonia.

Y a ese modelo pedo-urbanístico de los “pimpinela” Aguilar y Ricomà, se ha sumado Dídac Nadal coyunturalmente. Nadal debe demostrarnos si solamente conoce la aristocracia del NO -vamos, lo que de toda la vida se conoce como un pijo progre- o, por el contrario, es capaz de bajar a la zanja a picar piedra, aunque le pese que con ello nos recuerde a lo mejor de su padre.

Les voy a contar un secreto… Ricomà no va a repensar la ciudad, ni Aguilar tiene una alternativa a inversiones privadas ilusionantes como las de La Budellera o Mas d’en Sorder. Simple y terriblemente, lo que ocurre es que su masa encefálica está enfajada por estereotipos anacrónicos y sometida a sus asambleas de partido, donde cuatro aprendices de Maduro se erigen cual inquisidores de la ciudad, o los rencores inconfesables campan a sus anchas en la sede local dels republicans. Así es el gobierno del despotismo ecoilustrado, donde unos pocos gobiernan para unos pocos… pero pagando todos, está claro.  

¿Cuántos años deberemos perder, cuántas oportunidades malograremos, cuántas inversiones extraviaremos, cuántas empresas expulsaremos, cuántos puestos de trabajo enterraremos, antes de que los “pimpinela” nos digan qué ciudad quieren? ¿Y saben qué es lo más trágico del asunto? Que cuando nos lo digan, todavía será peor la cosa.  

Queremos una ciudad de oportunidades, atractiva a los inversores, dinámica económicamente, generadora de puestos de trabajo y todo eso, claro que sí, respetando el medio ambiente. No queremos una ciudad de planes quinquenales, donde todo dependa de la nomenclatura política municipal y sus desvaríos. Si permitimos que Aguilar y Ricomà (que son buena gente) se salgan con la suya, pasaremos de ser Tarragona a ser Tarragoná. Seremos la capital del ‘na de na’.

Vito TARRACORLEONE

No es nada personal, son solo negocios


REDACCIÓ13 Juliol, 2020

Tras su victoria en las municipales de 2015, Ballesteros se aferró a esa manida afirmación orteguiana de que “yo solo creo en mí y mi circunstancia”. Sin embargo, es menos sabido que Ortega y Gasset prolongó esta frase con una segunda afirmación drástica “…pero si no salvo mi circunstancia, no me salvo yo”. Ballesteros pensó, vanamente, que lo bueno para él también lo era para Tarragona y atendió más a los designios astrológicos que a las leyes astronómicas.

Los pocos amigos sinceros que le quedaban al alcalde prefirieron hacerse discretamente a un lado. Aquellos estrechos colaboradores de Ballesteros, que en años anteriores le habían sacado de tantos entuertos, ya no estaban, se habían ido o los habían echado. A Ballesteros solo le quedaba un séquito de personajes que custodiarían al líder en su búsqueda de un destino glorificador: Gustavo Cuadrado, Begoña Floria, Pau Pérez, Josep Maria Bonet y Javier Villamayor, todos ellos muy iluminados.

A lo largo de su caminar a la verita de Ballesteros, estos cinco personajes fueron aportando sus dosis personales de belladona y estramonio al devenir del alcalde: Cuadrado quiso abrir un foso defensivo alrededor del alcalde y acabó cavando su fosa política; Floria escuchó cien veces a la serpiente de la ambición y sucumbió a ella, mordiendo una manzana tras otra; Pérez se propuso ser guía, amigo y confidente de Ballesteros, pero le traicionó manteniendo un idilio político con José Luís Martín; Bonet se conjuró para ser el más ballesterista y hoy es el más incomprendido; Villamayor fue el depositario del sueño olímpico de Ballesteros y terminó siendo su pesadilla.

El legado de Ballesteros es lo que es. Se encontró el Banco de España cerrado y con candado nos lo deja; se le durmió la Ciudad Residencial y postrada sigue; le cayó el parquin Jaume I y hundido continua. Ballesteros acusó a Nadal de no cuidar el turismo y quizás por eso Ballesteros ha sido un turista de oportunidades. Ahí siguen abandonados a la luna del olvido la Sabinosa, los fortines de la Reina y Sant Jordi o el complejo de la Tabacalera, de cuyo jardín vertical ya no queda ni la parra seca.  Podríamos seguir la ruta de los fiascos urbanísticos y patrimoniales de la ciudad de Ballesteros, pero hasta los inquilinos de la atribulada necrópolis me piden que me detenga… por vergüenza ajena.

Ballesteros, eso sí, nos deja sus rimbombantes discursos del estado de la ciudad y sus “abraçades”. Ni tan si quiera 20 años al frente del PSC de Tarragona le han servido para dejar herederos directos. Tal es el aborrecimiento entre Ballesteros y su Partido, que el alcalde exploró posibles sucesores suyos antes fuera que dentro de la sede de Ramón y Cajal, aunque este presunto asunto lo dejo para cuando me adentre en el bosque petrificado de los aspirantes a suceder como alcaldables a Ballesteros.

Y así llegamos al final de esta breve crónica en dos entregas, tan breve como lo será el espacio que ocupe Ballesteros en los libros de historia de la ciudad, que dirán de él que fue un alcalde con muchas intenciones, pero pocas acciones y aún menos soluciones.

Vito TARRACORLEONE

No es nada personal, son solo negocios

 


REDACCIÓ6 Juliol, 2020

¡Qué cruel pena para un alcalde es no poder escribir el final de su propio relato! Y así, con esta pena, Josep Félix Ballesteros camina, empujado por sus sombras, hacia el valle de los sueños rotos.

Esta historia empezó mal. En aquella asamblea de primarias del PSC, ahora hace 20 años, en la que Ballesteros derrotó a la siempre elegante Cinta Moriones, contra quien realmente debería haberse enfrentado el futuro alcalde era a Xavier Sabaté, sempiterno aspirante a discípulo de Robespierre. Pero aquel guion lo escribió una mano mefistofélica y, por esa razón, ambos pactaron que Ballesteros sería la cara amable del partido, mientras Sabater asumiría el papel de Gran Maestre en la sombra.

Vito Tarracorleone, en una platja de Tgna

Sin embargo, pocos meses después de aquellas primarias, Sabaté le retorció el brazo a Ballesteros para que – eso me dicen – iniciase una caza de brujas interna en el partido, poniendo especial inquina en llevar a Moriones a la hoguera. Como Dorian Grey por su eterna lozanía, Ballesteros empezaba a pagar el precio de su advenimiento político.

Los siguientes 7 años fueron la época vedette de Ballesteros: protagonista de “adivina quién viene a cenar esta noche” en numerosos hogares modestos de la ciudad, opositor con fair play de Joan Miquel Nadal e innovador en su proyección como político nuevo para una nueva Tarragona, por fin, en las municipales de 2007, consiguió alzarse con una victoria incontestable sobre el astuto Joan Aregio.

Los primeros cuatro años de alcaldía de Ballesteros transcurrieron en un vodevil de improvisaciones, ocurrencias, golpes de efecto y alguna genialidad, pero también alumbraron el que sería germen de su futuro acartonamiento político: la incapacidad de Ballesteros para liderar y cohesionar equipos de trabajo, así como el caro vicio de aglutinar afectos a su persona, pagados con la moneda de las promesas que no siempre se podrían cumplir. Lo primero, le llevó a delegar tareas y responsabilidades caprichosamente y, lo segundo, a rodearse de lealtades mercenarias… y de aquellos fangos, el lodo de Inipro.

Llegaba su segunda victoria en las elecciones de 2011 y Ballesteros se sintió empoderado, viendo, además, cómo se agrandaba su figura política, aunque más en lo simbólico que en lo real, todo sea dicho con la verdad por delante.

Un hecho no menor, que se sumó a la fiesta electoral, fue que, al poco tiempo de ser reelegido, Tarragona era designada sede de los Juegos Mediterráneos. Este proyecto Ballesteros lo convirtió, inmediatamente, en su flauta de Hamelin, con la que pretendió, torpemente, que toda la ciudad le siguiese hasta un horizonte de grandezas.

Por aquel entonces, Sabaté ya era un político a la baja, mientras el alcalde cotizaba al alza, aunque, ¡ojo al dato!, los brokers del parqué de calle Nicaragua, siempre atentos, siempre astutos, nunca compraron acciones del valor Ballesteros: esos mismos que ahora buscan poner distancia con el exalcalde aromatizando el asunto Inipro con extracto de pulcritud estatutaria y, así, de paso, enmascarar el hedor versallesco que impregna las estancias del palacete político de Iceta.

Y llegó el funesto y patético lustro de su último mandato, cuando Ballesteros se vio a sí mismo en una tragedia shakesperiana, rodeado de personajes tan incondicionales como incompetentes… (seguirá en la segunda parte)

Vito TARRACORLEONE

No es nada personal, son solo negocios…

 


REDACCIÓ30 Juny, 2020

Properament, i cada dilluns, larepublicacheca.cat estrena secció: Vito Tarracorleone. Aquest personatge de ficció periodística substituirà el desaparegut per sempre James Font. Serà una secció en castellà.

Vito ja ha arribat a Tarragona

Recent sortit del confinament, el nou espia del nostre digital està preparat per, durant l’estiu, explicar als nostres lectors alguns detalls que deixarà preocupat a més d’un. És que Vito Tarracorleone coneix millor que ningú les intrigues, traïcions, cops baixos i ambicions desmesurades d’una societat atrapada en el temps com és el cas de Tarragona.

Vito va néixer a Tarragona però va emigrar a Sicília de les mans dels seus ‘fraticelli’. Ara, fugint, segurament de la pandèmia, torna a la Ciutat Patrimoni de la Humanitat per ajustar comptes. Ve disposat a dir veritats com a catedrals.

Esperem que ningú s’ofengui perquè, a banda de tractar-se d’una fórmula d’animus iocandi, no és res personal, són només negocis… Així és Vito Tarracorleone i té ulls a tot arreu…