18. Abril 2024

Arxius de juez | Diari La República Checa

REDACCIÓ26 Octubre, 2021
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José María Asencio (Alicante, 12 de octubre de 1988) es de aquellas personas que atrapan nada más conocerle. Su mirada atenta y su capacidad de escuchar hacen que este juez sea algo distinto. No es de aquellos jueces tradicionales, que imponen por la toga… También es una persona que se aleja de las redes sociales para no intoxicarse demasiado del ruido permanente y de la informació fugaz sin ningún tipus de reflexión.  El alicantino, doctor en Derecho, profesor universitario y formador de jueces residente en la actualidad en Barcelona, se desplaza – este jueves a las 19h15 al Col·legi de l’Advocacia – a Tarragona para presentar su novela: ‘En búsqueda de la irrealidad‘. Se trata de una historia ambientada en el Raval de Barcelona que reivindica su sitio en la historia y la cultura de la ciudad Condal. Aparte de escribir, a Asencio le gusta la música y el cine. En sus tiempos libres, toca la guitarra (y otros instrumentos). También cantó en la Orquesta Sinfónica de Alicante en los homenajes al poeta Miguel Hernández. En definitiva, no podría vivir sin cultura. La novela de Jose Maria Asencio es, sin duda, un buen regalo de Navidad…


¿Qué le ha llevado a escribir esta novela?

Desde siempre he sido un lector voraz. Leía y leo casi todo lo que lega en mis manos. Y hace ya muchos años, de niño, empecé a escribir. Afortunadamente no conservo nada de esa época. Pero esta necesidad de empuñar el lápiz y escribir sobre prácticamente todo lo que me sucedía, contemplaba, soñaba o imaginaba me asaltó hace ya mucho tiempo y de momento no me ha abandonado. Escribo porque lo necesito. No concibo la vida sin esos objetos rectangulares a los que llamamos libros.

¿Cuánto tardó en escribir este libro?
Empecé a escribir este libro durante mi estancia en París, allá por el año 2016, y no lo acabó hasta cuatro años más tarde. No he sido nunca amigo de las prisas. Por el contrario, siempre he preferido sentarme a contemplar el paisaje. Sólo así se logra la calma necesaria para crear.

Manuel es el protagonista de esta obra literaria y el argumento se basa en un sueño. ¿Cómo surgió la historia?
La historia surgió precisamente de un sueño. Un sueño breve en términos cronológicos, como son todos aquellos que tenemos en la oscuridad de nuestra alcoba. Pero un sueño que después, vigía tras vigía, fue construyéndose hasta terminar transformándose en mucho más, en una suerte de novela coral donde todos los personajes habitan tanto en la realidad como en la irrealidad.

¿Por qué dice que es una historia sin historia?
No es una novela en la que estén claramente diferenciados el principio y el final. No he querido que así fuera. Aunque esto es algo que dejo a la imaginación del lector.

¿Qué pretende con esta novela?
Resultaría demasiado pretencioso afirmar la existencia de un objetivo primigenio. No lo he tenido nunca. Pero si me viera obligado a contestar a esta pregunta diría que una de las finalidades que perseguido es incitar al lector a la reflexión.

¿A quién va dirigido?
A todos los que saben leer y dentro de poco, con la edición del audio libro que se está preparando, incluso a los que no saben.

Podría esperarse que un juez publicase reflexiones sobre el mundo judicial o policial, pero usted ha elegido la importancia de la música, de la relación entre amigos, artistas… ¿Hay demasiado clichés, prejuicios…?
La profesión reviste, no hace. Un juez es como otro ciudadano cualquiera. Salvo en lo profesional, no hay ninguna diferencia. Al salir del juzgado dejamos la toga enterrada en el armario hasta el día siguiente. Es en ese intervalo, en ese ratón de asueto, cuando las profesiones de unos y otros pasan a un segundo plano. Ya no hay jueces, fontaneros, aparejadores ni telefonistas, simplemente personas que tratan de surcar sus horas de la manera más acorde a sus intereses, que pueden ser puramente de ocio, literarios, deportivos o de cualquier otro género. La nuestra es una sociedad de prejuicios. De eso no me cabe duda. Lo vemos cada día. Hay muchos que rechazan de plano a su semejante sólo por su vestimenta, sus preferencias en cualquier ámbito o por sus ideas o creencias. A mí sólo me interesan las personas. El resto es mera fachada.

‘En busca de la irrealidad’, ¿por qué ese titular? ¿Qué mensaje se pretende?
Tanto Manuel, el protagonista de la novela, como todos los demás personajes, transitan constantemente entre dos universos: el de lo material, lo tangible y palpable y el del sueño, el de lo etéreo, lo que habita en lo más profundo de nuestros anhelos .

He elegido este título porque creo que a veces es necesario pararse y reflexionar sobre esto último. Somos irrealidad tanto como somos realidad. Y no podemos desdeñar a ninguno de estos mundos porque entonces echaríamos en falta una parte esencial del ser humano: la capacidad de soñar y, en consecuencia, de crear.

¿Qué es lo que no puede faltar en su mochila? (¿Papel y boli?)
Desde hace ya varios años nunca viajo sin algo en lo que poder anotar las reflexiones que me van asaltando. Las historias no surgen de la nada, sino de nuestras vivencias, de lo que observamos. Es necesario impregnarse de todo. Y por eso cualquier mínimo detalle tiene trascendencia. Esa persona con la que nos cruzamos en la acera, ese músico que toca en la plaza, esos dos ancianos sentados en un banco de cualquier parque de cualquier ciudad. Un escritor no puede desatender ninguna imagen, pues todas forman parte de su vida y, por ende, de su obra.

¿Tiene pensado escribir otro libro? ¿Cuándo?
Nunca dejo de escribir. Lo necesito. Escribo relatos, pequeños poemas. Trato de plasmar mis reflexiones sobre el papel. Es posible que pronto todo esto se convierta en otra novela. O puede que no. Hay que reciclar muchos folios hasta dar con algo que merezca la pena ser leído.

¿Qué le falta a la gente para volver a recuperar el gusto por la lectura?
El gusto por la lectura se inculca en casa y, en su defecto, en el colegio. Y muy a mí pesar, en los colegios, salvo excepciones, ya no se lee a los clásicos, no se lee El Quijote, ni el Tirante lo Blanco, pues las ediciones reducidas de éstos no cuentan, como tampoco se habla a los alumnos de Josep Pla, de Vázquez Montalbán o de Juan Marsé. En su lugar se les incita a leer novelas infantiles o juveniles, en su mayoría mal escritas, que tratan a los niños como idiotas y que provocan su rechazo temprano por la literatura por el mero hecho de que lo que se les ofrece no es literatura, sino un vulgar sucedáneo de ésta.

¿Qué se siente después de escribir un libro?
Vacío. Después de escribir un libro se siente un enorme vacío, pues tu esencia ha salido de tu cuerpo para posarse en las páginas que has escrito. Quedas totalmente expuesto, desnudo ante el público. Escribir es algo así como un striptease mental. Tus pensamientos y tus anhelos ya no te pertenecen sólo a ti. Cualquiera puede descubrirlos al leer cada página.

¿Es más difícil escribir un libro o redactar una sentencia?
No tiene nada que ver. En una sentencia el lenguaje que se emplea es técnico o, si se quiere, jurídico. Y su finalidad es la de solventar conflictos mediante la aplicación de la ley. Es un lenguaje preciso, eso sí, pero en el ámbito propio de una ciencia basada en dogmas, conceptos e instituciones.

El lenguaje literario, sin embargo, es o ha de ser mucho más preciso que el jurídico, porque mientras que este último procede de la razón, el primero lo hace de la emoción, y no hay nada más difícil que expresar las emociones.

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REDACCIÓ11 Agost, 2021
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Camilo Villarino

El que fue la mano derecha de la exministra de Exteriores de España, Camilo Villarino, tendrá que declarar, como investigado, el día 1 de setiembre delante del juez Rafael Lasala Albasini, titular del juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza. Tendrá que explicar su implicación en la polèmica entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España.

El juez toma la decisión tras estudiar el oficio que Camilo le remitió con una serie de consideraciones acerca del acceso de este en territorio español y se entrón con su pasaporte personal.  El acceso que tuvo lugar a través de la base aérea de Zaragoza para después ser trasladado a un hospital de Logroño donde recibió tratamiento por sus afecciones. En la actualidad litigan dos acusaciones populares que representan los abogados Juan Carlos Navarro y Antonio Urdiales.

Villarino, que fue el director de gabinete de la exministra Arancha González Laya, señaló en su escrito que no había ningún expediente administrativo sobre el episodio y que en sus comunicaciones con el segundo jefe del Estado Mayor del Aire le trasladó que no era preciso llevar a cabo ningún trámite de aduanas o inmigración, “siendo esta respuesta perfectamente coherente tanto con la práctica establecida como con la legislación vigente aplicable”.

El juez también ha citado como testigo el teniente general Francisco Javier Fernández Sánchez, segundo jefe del Estado Mayor del Aire.

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REDACCIÓ9 Desembre, 2020
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En estos tiempos de zozobra institucional, en los que la confianza de los ciudadanos en los poderes públicos se resquebraja, a lo lejos, está levantada una persiana… y se ve luz. Esa luz que vela, con grandes dificultades, eso sí, por los derechos de los ciudadanos, es la de la ventana de la justicia. Es una suerte de constante, que se repite siempre, y que actúa como la última red a la que acudir cuando ya no queda nada más.

Este país ha vivido los últimos años enfangado hasta la cintura en el barro de una corrupción sistémica y brutal. Mientras algunos se lo llevaban “a manos juntas”, otros han seguido en aquella ventana día tras día. Esos “otros” son los jueces. Y es que en este tiempo no ha habido escándalos de jueces corruptos y, ya se lo digo yo, si los hubiese, lo sabríamos. En un tiempo en el que hasta la hija de un Rey se sentó en el banquillo de los acusados, si hubiese habido jueces corruptos, lo sabríamos.  Los jueces no son superhéroes, sólo son personas normales que, desde aquella ventana, resuelven los problemas de la gente (o, al menos, lo intentan con todas las fuerzas que sus exhaustos medios les permiten).

Los ciudadanos deben estar tranquilos porque su sistema de justicia, a pesar de todo, funciona: cada día se celebran miles de Juicios en los que las partes acaban satisfechas. Hace tiempo salió una encuesta que trataba de medir el grado de satisfacción de los ciudadanos con la Administración de Justicia y las notas más altas las daban aquellos que alguna vez habían tenido que acudir a los Juzgados. Sin embargo, las más bajas las daban los que nunca habían pisado un Juzgado.

Parece que el prejuicio de que “la Justicia no es justa” está instalado en el imaginario colectivo (el resultado de la encuesta hablaba por sí sólo). Sin embargo, los  ciudadanos acuden a la Justicia cuando ya no les queda ninguna otra ventanilla porque, en el fondo, saben que se puede confiar en los jueces. Y es que, mientras siga habiendo luz en la ventana, habrá menos sitio para las injusticias.

Diego ÁLVAREZ DE JUAN
Juez del Juzgado de Instrucción Número 3 de Reus
#DíaInternacionalcontralaCorrupción