24. Abril 2024

Arxius de Jose Maria Asencio | Diari La República Checa

REDACCIÓ1 Febrer, 2023
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El jutge José María Asencio

José María Asencio Gallego, un jove jutge alacantí resident a Catalunya, és un dels juristes de tot l’estat que forma part d’un llibre de relats curts amb rere fons jurídic.

Els diners recaptats aniran destinats a la compra de tauletes per als col·legis de la devastada Ucraïna. Segons José María Asencio, la iniciativa va sorgir l’any passat i no hi ha un límit de recaptació previst. “Com més fons s’obtinguin a més persones es podrà ajudar”.

El llibre ‘101 relats judicials‘ és una iniciativa de la Fundació Vinatea Editorial que compta amb la col·laboració altruista de reconeguts juristes i escriptors.

Els diners de la venda del llibre seran destinats a col·legis d’Ucraïna

Jutges, fiscals, notaris, criminòlegs, advocats, gestors d’empreses amb formació jurídica, són alguns dels autors dels relats que conformen aquesta obra.

Entre ells també podem trobar l’exmagistrat Baltasar Garzón o l’exalcaldessa de Madrid, la jutgessa Manuela Carmena o el col·laborador del digital larepublicacheca, el jutge José María Asencio.

Els relats que consten del llibre són narrats des de diferents punts de vista de les persones que intervenen en el procés judicial. Bé pot ser el del jutge, el defensor, el fiscal o el mateix acusat.

La presentació a Catalunya es farà el proper dia 15 de febrer a les 19h 30, al Círculo Ecuestre de Barcelona.

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REDACCIÓ26 Octubre, 2021
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 Hace unos días, paseando por el Raval de Barcelona, vi una consigna pintada sobre un muro. “Fora la policia dels nostres barris”, decía. Estaba escrita en letras rojas y el presunto artista, en un alarde de creatividad sin precedentes, había cambiado todas y cada una de las letras “a” por el símbolo anarquista.

No me detuve a contemplarlo. La obra no merecía ni un segundo de mi tiempo. Pero cuando regresé a casa, no pude evitar reflexionar sobre el sentido de aquellas palabras. ¿Qué pretendía su autor? ¿Crear conciencia? ¿Acerca de qué? El discurso que sustenta este slogan es fácil. Y precisamente por ello, peligroso. La policía es mala, los manifestantes son buenos. Unos ejecutan las órdenes del poder y otros luchan por la libertad. Así de simple. Todo lo que se salga de este puzle infantil queda descartado.

Lo más curioso es que, a golpe de noticia adulterada y comentario televisivo propagandístico, el mensaje hostil hacia las fuerzas y cuerpos de seguridad ha calado en una parte de la sociedad, hasta tal punto de que alguna fuerza política ha propuesto crear una oficina ad hoc para fiscalizar y sancionar a los Mossos d’Esquadra, dando a entender que éstos actúan impunemente y sin sumisión a regla interna alguna. Una declaración que no sólo es falsa, sino que, para más inri, denota una ignorancia supina e irresponsable de quienes, por principio y nómina, tienen encomendada la función de legislar en pos del bien común.

  La policía de Cataluña es una policía propia de un Estado democrático, moderna y rigurosa en sus procedimientos, consciente de los cambios y de los nuevos retos a los que se enfrenta la sociedad

Si no quieren a la policía en sus barrios, ¿a quiénes desean en éstos? Permítanme dudar de que, en efecto, estas personas prefieran convivir entre delincuentes sin control que hacerlo en un lugar donde puedan salir a la calle sin miedo a que les agredan, les roben el bolso o les destrocen su comercio.

Además, ¿cuáles son sus barrios? Desde luego se trata de un posesivo impropio de aquellos que desean impulsar el concepto de colectividad. Los barrios son de todos los que habitan en ellos. En eso radica su riqueza, en la diversidad de sus gentes, en la pluralidad de culturas, de gustos, de opiniones. La heterogeneidad otorga vida a las calles, a los bares, a las plazas. Los barrios son de todos y al mismo tiempo no son de nadie.

Por mi profesión, he tenido la oportunidad de conocer a muchos policías, tanto en los juzgados, como en el Institut de Seguretat Pública de Catalunya, donde usualmente imparto docencia. Y después de varios años haciéndolo, no puedo sino llegar a la conclusión de que el Cuerpo de Mossos d’Esquadra está integrado por miles de mujeres y hombres formados, responsables, valientes y con una vocación de servicio al ciudadano que ya quisieran otros.

Cuando sucede una catástrofe, allí están los Mossos. Cuando alguien es víctima de un delito, allí están los Mossos. Cuando grupos violentos tratan de alterar el orden público, allí están los Mossos. Y todo ello por un sueldo que, muchas veces, no compensa los riesgos para su vida o integridad física.

La policía de Cataluña es una policía propia de un Estado democrático, moderna y rigurosa en sus procedimientos, consciente de los cambios y de los nuevos retos a los que se enfrenta la sociedad. No es una policía represora de las libertades de los ciudadanos, como se quiere hacer ver por algunos.

Cuando se ataca a un policía se nos está atacando a todos nosotros, a los ciudadanos de a pie

Por otro lado, tengamos en cuenta que, cuando se ataca a un policía, no sólo se está agrediendo a una persona, a un hombre o a una mujer uniformados. Se está agrediendo a todo el sistema. La autoridad de un agente no viene determinada por el hecho de serlo, sino porque sobre él recae la autoridad del Estado y la responsabilidad de éste en mantener el orden público y la paz social. Cuando se ataca a un policía se nos está atacando a todos nosotros, a los ciudadanos de a pie, que simplemente queremos seguridad en las calles para poder desarrollar nuestra vida sin miedo a ser víctimas de un delito.

La violencia no tiene ideología. Es sólo violencia, vulgar y deshumanizada. No importa que quien la ejerza porte una bandera u otra o vista de un color u otro. Todos los violentos son iguales. Pero afortunadamente son los menos. Y por ello tampoco podemos demonizar una movilización social de miles de personas por el mero hecho de que unos pocos hayan ejercido la violencia. Tendremos que sancionar a éstos. No a todos los demás que han salido a la calle pacíficamente.

Tendremos que proteger a los policías, que son quienes deben evitar que estas residuales manifestaciones de violencia se produzcan

Y lo más importante, tendremos que proteger a los policías, que son quienes deben evitar que estas residuales manifestaciones de violencia se produzcan. Y para ello no bastan elocuentes declaraciones políticas. Se necesitan actos concretos y una legislación que proteja a quienes nos protegen a todos.

Estamos en manos del Govern. Es su competencia. De sus decisiones depende que, dentro de unas semanas, podamos pasear sin miedo o, por el contrario, nos veamos obligados a permanecer encerrados en casa cuando caiga la noche.

Puede que ayude o puede que no, pero desde aquí quiero reiterar mi admiración por el Cuerpo de Mossos d’Esquadra y por todos los que llevan su uniforme y patrullan nuestras calles y nuestras plazas.

José María ASENCIO GALLEGO
Juez y escritor

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REDACCIÓ26 Octubre, 2021
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José María Asencio (Alicante, 12 de octubre de 1988) es de aquellas personas que atrapan nada más conocerle. Su mirada atenta y su capacidad de escuchar hacen que este juez sea algo distinto. No es de aquellos jueces tradicionales, que imponen por la toga… También es una persona que se aleja de las redes sociales para no intoxicarse demasiado del ruido permanente y de la informació fugaz sin ningún tipus de reflexión.  El alicantino, doctor en Derecho, profesor universitario y formador de jueces residente en la actualidad en Barcelona, se desplaza – este jueves a las 19h15 al Col·legi de l’Advocacia – a Tarragona para presentar su novela: ‘En búsqueda de la irrealidad‘. Se trata de una historia ambientada en el Raval de Barcelona que reivindica su sitio en la historia y la cultura de la ciudad Condal. Aparte de escribir, a Asencio le gusta la música y el cine. En sus tiempos libres, toca la guitarra (y otros instrumentos). También cantó en la Orquesta Sinfónica de Alicante en los homenajes al poeta Miguel Hernández. En definitiva, no podría vivir sin cultura. La novela de Jose Maria Asencio es, sin duda, un buen regalo de Navidad…


¿Qué le ha llevado a escribir esta novela?

Desde siempre he sido un lector voraz. Leía y leo casi todo lo que lega en mis manos. Y hace ya muchos años, de niño, empecé a escribir. Afortunadamente no conservo nada de esa época. Pero esta necesidad de empuñar el lápiz y escribir sobre prácticamente todo lo que me sucedía, contemplaba, soñaba o imaginaba me asaltó hace ya mucho tiempo y de momento no me ha abandonado. Escribo porque lo necesito. No concibo la vida sin esos objetos rectangulares a los que llamamos libros.

¿Cuánto tardó en escribir este libro?
Empecé a escribir este libro durante mi estancia en París, allá por el año 2016, y no lo acabó hasta cuatro años más tarde. No he sido nunca amigo de las prisas. Por el contrario, siempre he preferido sentarme a contemplar el paisaje. Sólo así se logra la calma necesaria para crear.

Manuel es el protagonista de esta obra literaria y el argumento se basa en un sueño. ¿Cómo surgió la historia?
La historia surgió precisamente de un sueño. Un sueño breve en términos cronológicos, como son todos aquellos que tenemos en la oscuridad de nuestra alcoba. Pero un sueño que después, vigía tras vigía, fue construyéndose hasta terminar transformándose en mucho más, en una suerte de novela coral donde todos los personajes habitan tanto en la realidad como en la irrealidad.

¿Por qué dice que es una historia sin historia?
No es una novela en la que estén claramente diferenciados el principio y el final. No he querido que así fuera. Aunque esto es algo que dejo a la imaginación del lector.

¿Qué pretende con esta novela?
Resultaría demasiado pretencioso afirmar la existencia de un objetivo primigenio. No lo he tenido nunca. Pero si me viera obligado a contestar a esta pregunta diría que una de las finalidades que perseguido es incitar al lector a la reflexión.

¿A quién va dirigido?
A todos los que saben leer y dentro de poco, con la edición del audio libro que se está preparando, incluso a los que no saben.

Podría esperarse que un juez publicase reflexiones sobre el mundo judicial o policial, pero usted ha elegido la importancia de la música, de la relación entre amigos, artistas… ¿Hay demasiado clichés, prejuicios…?
La profesión reviste, no hace. Un juez es como otro ciudadano cualquiera. Salvo en lo profesional, no hay ninguna diferencia. Al salir del juzgado dejamos la toga enterrada en el armario hasta el día siguiente. Es en ese intervalo, en ese ratón de asueto, cuando las profesiones de unos y otros pasan a un segundo plano. Ya no hay jueces, fontaneros, aparejadores ni telefonistas, simplemente personas que tratan de surcar sus horas de la manera más acorde a sus intereses, que pueden ser puramente de ocio, literarios, deportivos o de cualquier otro género. La nuestra es una sociedad de prejuicios. De eso no me cabe duda. Lo vemos cada día. Hay muchos que rechazan de plano a su semejante sólo por su vestimenta, sus preferencias en cualquier ámbito o por sus ideas o creencias. A mí sólo me interesan las personas. El resto es mera fachada.

‘En busca de la irrealidad’, ¿por qué ese titular? ¿Qué mensaje se pretende?
Tanto Manuel, el protagonista de la novela, como todos los demás personajes, transitan constantemente entre dos universos: el de lo material, lo tangible y palpable y el del sueño, el de lo etéreo, lo que habita en lo más profundo de nuestros anhelos .

He elegido este título porque creo que a veces es necesario pararse y reflexionar sobre esto último. Somos irrealidad tanto como somos realidad. Y no podemos desdeñar a ninguno de estos mundos porque entonces echaríamos en falta una parte esencial del ser humano: la capacidad de soñar y, en consecuencia, de crear.

¿Qué es lo que no puede faltar en su mochila? (¿Papel y boli?)
Desde hace ya varios años nunca viajo sin algo en lo que poder anotar las reflexiones que me van asaltando. Las historias no surgen de la nada, sino de nuestras vivencias, de lo que observamos. Es necesario impregnarse de todo. Y por eso cualquier mínimo detalle tiene trascendencia. Esa persona con la que nos cruzamos en la acera, ese músico que toca en la plaza, esos dos ancianos sentados en un banco de cualquier parque de cualquier ciudad. Un escritor no puede desatender ninguna imagen, pues todas forman parte de su vida y, por ende, de su obra.

¿Tiene pensado escribir otro libro? ¿Cuándo?
Nunca dejo de escribir. Lo necesito. Escribo relatos, pequeños poemas. Trato de plasmar mis reflexiones sobre el papel. Es posible que pronto todo esto se convierta en otra novela. O puede que no. Hay que reciclar muchos folios hasta dar con algo que merezca la pena ser leído.

¿Qué le falta a la gente para volver a recuperar el gusto por la lectura?
El gusto por la lectura se inculca en casa y, en su defecto, en el colegio. Y muy a mí pesar, en los colegios, salvo excepciones, ya no se lee a los clásicos, no se lee El Quijote, ni el Tirante lo Blanco, pues las ediciones reducidas de éstos no cuentan, como tampoco se habla a los alumnos de Josep Pla, de Vázquez Montalbán o de Juan Marsé. En su lugar se les incita a leer novelas infantiles o juveniles, en su mayoría mal escritas, que tratan a los niños como idiotas y que provocan su rechazo temprano por la literatura por el mero hecho de que lo que se les ofrece no es literatura, sino un vulgar sucedáneo de ésta.

¿Qué se siente después de escribir un libro?
Vacío. Después de escribir un libro se siente un enorme vacío, pues tu esencia ha salido de tu cuerpo para posarse en las páginas que has escrito. Quedas totalmente expuesto, desnudo ante el público. Escribir es algo así como un striptease mental. Tus pensamientos y tus anhelos ya no te pertenecen sólo a ti. Cualquiera puede descubrirlos al leer cada página.

¿Es más difícil escribir un libro o redactar una sentencia?
No tiene nada que ver. En una sentencia el lenguaje que se emplea es técnico o, si se quiere, jurídico. Y su finalidad es la de solventar conflictos mediante la aplicación de la ley. Es un lenguaje preciso, eso sí, pero en el ámbito propio de una ciencia basada en dogmas, conceptos e instituciones.

El lenguaje literario, sin embargo, es o ha de ser mucho más preciso que el jurídico, porque mientras que este último procede de la razón, el primero lo hace de la emoción, y no hay nada más difícil que expresar las emociones.

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