25. Abril 2024

Arxius de empresas | Diari La República Checa

REDACCIÓ23 Desembre, 2020
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Incumplir la cláusula de mantenimiento del empleo tras un ERTE puede salir muy caro a las empresas. La Dirección General de Trabajo exige que las empresas acogidas a un ERTE que no respeten el compromiso de conservar el empleo durante los seis meses posteriores a retomar la actividad deberán devolver todas las cotizaciones exoneradas de las que se beneficiaron y no solo las de los despedidos.

El criterio de Trabajo, recogido en una nota informativa de la Inspección de Trabajo, señala, que las empresas se deben reintegrar todas las ayudas “al margen del número de trabajadores afectados por el incumplimiento” de la salvaguarda de empleo. Es decir, que su una empresa aplica un ERTE sobre 15 empleados y no cumple la cláusula para uno de ellos, la compañía tendría que devolver las exenciones en las cotizaciones sociales de los 15.

El abogado laboralista Pere Vidal y el jurista experto en derecho laboral Robert Gutiérrez han comentado en sus redes sociales el criterio de la Dirección General de Trabajo, al que se oponen por “desproporcionado” y consideran que la jurisprudencia existente podría invalidar la interpretación de Trabajo en los tribunales.

El Gobierno estableció una cláusula de “salvaguarda del empleo” ligada a los ERTE que obliga a las empresas a mantener plantilla, con algunas excepciones, durante los seis meses posteriores a la reanudación de la actividad tras aplicar un expediente. Además, prohibió los despidos objetivos por la COVID-19, en un intento de restringir la destrucción de empleo dadas las herramientas de flexibilidad interna y las ayudas puestas a disposición de las empresas.

La cláusula de salvaguarda era una de las máximas preocupaciones de los empresarios en las negociaciones de los ERTE, que se flexibilizó en la prórroga de junio. Por ejemplo, Trabajo aclaró que la exigencia de mantener el empleo solo afecta a los trabajadores que estén dentro del ERTE, no a todo el personal de la empresa (en caso de que solo se haya incluido en el expediente a una parte de la plantilla).

La prórroga de junio también detalló la consecuencia del incumplimiento de la salvaguarda en cuanto a las exoneraciones sociales de las que se hubiera beneficiado la empresa. “Deberán reintegrar la totalidad del importe de las cotizaciones de cuyo pago resultaron exoneradas, con el recargo y los intereses de demora correspondientes”, recogía el texto.

La Inspección de Trabajo recibió varias consultas sobre si esta devolución alcanzaba a las exoneraciones de los trabajadores despedidos en contra de la cláusula de salvaguarda o si se debía aplicar a las de toda la plantilla en ERTE. Según la nota de la Inspección, el criterio de la Dirección General de Trabajo se extiende a la totalidad de las exoneraciones percibidas por la empresa en ERTE hasta el momento. Según el escrito, esta interpretación cuenta con el respaldo de la Tesorería General de la Seguridad Social.

Trabajo argumenta que la medida se justifica por su “carácter excepcional”, tanto de los ERTE como del compromiso de mantenimiento del empleo asociados a estos, y puntualiza que no es una sanción propiamente dicha, por lo que no está sujeta al principio de “proporcionalidad”. Además, considera que el reintegro de las cotizaciones sólo respecto de las personas que fuesen despedidas no se correspondería “con el objetivo perseguido” y “provocaría el despido de aquéllas por razón de una menor o mayor cuantía del reintegro”.

Para los abogados Gutiérrez y Vidal esta interpretación “vulnera el principio de proporcionalidad y olvida que no tener carácter punitivo no da carta blanca para imponer consecuencias desproporcionadas”.


REDACCIÓ16 Setembre, 2020
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Más de medio millón de empresas tienen vetado en la actualidad el despido. Se trata de unas 550.000, aquellas que se han acogido a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a consecuencia de la Covid-19.

Ésta fue la cláusula que incluyó el Gobierno en la normativa que regulaba estas ayudas: la obligación de estas compañías que se beneficiaran de las condiciones especiales de estos ERTE de mantener el empleo durante seis meses o, de lo contrario, deberían devolver las cotizaciones bonificadas. Sin embargo, en la última prórroga el Ejecutivo suavizó esta prohibición para lograr el acuerdo de la patronal.

Así, si en un principio el compromiso de mantener a toda la plantilla de la empresa se estableció hasta seis meses después de que decayera el estado de alarma (con lo que se vetaba para prácticamente todo el 2020), en la última prórroga el periodo para contabilizar los seis meses comenzaba a correr en el momento en el que la compañía reincorporara a un trabajador en ERTE, aunque solo fuera uno.

Para algunas empresas ese contador se inició a últimos de abril, pues según los datos del Ministerio de Seguridad Social, desde finales de abril hasta finales de mayo se reactivaron ya más de 450.000 trabajadores. Esto significa que hay empresas que desde finales de octubre ya podrán reducir la plantilla si así lo consideran, sin recibir ningún tipo de penalización por parte del Estado, salvo que el Gobierno cambie de nuevo de criterio a este respecto en la nueva prórroga que se está negociando. Esto por el momento se mantiene, según algunas fuentes consultadas.

No obstante, echar a un trabajador este otoño será más caro que esperar a 2021, ya que el Ejecutivo mantiene el veto a realizar despidos objetivos por el coronavirus hasta el 31 de diciembre, según el borrador presentado a los agentes sociales. Así, las empresas que se vean obligadas a realizar ajustes de personal deberán indemnizar a estos empleados con 33 días por año trabajado, en lugar de 20 días.

Lo que sí ha aceptado el Gobierno es alargar la nueva prórroga hasta el 31 de enero, para que la finalización no coincidiera en plenas fiestas navideñas. En cualquier caso, el plazo de tiempo no será uno de los escollos de la negociación, ya que la puerta a otra nueva extensión quedaría abierta. Sí es una línea roja la limitación de los ERTE por sectores que proponen ahora, ya que sindicatos y empresarios aseguran que muchas empresas que necesitan estas ayudas se quedarían fuera. «Tenemos que atender a la gente que más lo necesite y a la gente que está cerrada», reiteró este martes el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que alertó de que la situación ahora se agrava por los rebrotes, lo que provoca que haya «muchos sectores afectados».

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