29. Març 2024

Arxius de Día de los abuelos | Diari La República Checa

REDACCIÓ26 Juliol, 2020

Dice un refrán popular: “Las palabras vuelan, pero lo escrito permanece”, los refranes son sabios porque son viejos, sabios como lo son nuestros abuelos y padres, y siguiendo ese ejemplo he considerado oportuno hacer algunas reflexiones negro sobre blanco recordando el lacerante drama de nuestros mayores en este alambicado mundo.

Me refiero a los problemas de nuestra sociedad con la tercera edad, de cómo los viejos quedan aparcados en un arrabal de soledad y abandono, después de habernos servido bien, sin pararnos a pensar que a ellos les debemos nuestras vidas y lo que somos. Nos delata el trato displicente y la falta de sentimientos en las relaciones personales, el vejatorio trato a los jubilados, que viene de la palabra “júbilo”, que triste ironía nos depara la lengua de Cervantes.

El 26 de Julio se celebra el día de “Los abuelos”, coincidiendo con San Joaquín y Santa Ana, pues qué mejor regalo que dedicarles unas palabras de reconocimiento y homenaje por su impagable aportación a nuestra sociedad. Mucha más en estos días en los que el maldito Covid-19 se cebó en nuestras residencias con nuestros mayores de forma inmisericorde, sorprendiendo a enfermeros y cuidadores sin estar debidamente preparados para protegerse y cuidar de nuestros ancianos que son, no lo olvidemos,  nuestra memoria viva.

Nuestros ancianos morían solos y olvidados, los que sufrieron el hambre de la posguerra, los que trabajaron duro de sol a sol, los que sin estudios lucharon para abrirse camino y nos dejaron un país mejor, los que más años cotizaron desaparecieron sin molestar, se fueron sin poder despedirse de esos hijos y nietos que tanto protegieron con sus pequeñas pensiones, fue el sustento de la economía familiar en muchas ocasiones. Espero que la ley juzgue la negligencia de unos políticos ineptos e irresponsables en esta catástrofe humanitaria.

Pero ahora, solo voy a recordar a nuestros mayores porque se merecen el respeto de todos, pues no sólo son el pasado y presente, también son el futuro y tienen en su experiencia vivida, mucho que enseñarnos para una sociedad demasiado ocupada en placeres mundanos, huérfana de valores y principios que se diluye en una lamentable relatividad moral. Porque sus hijos y nietos andan ocupados e inquietos con las nuevas tecnologías, acaparando dispositivos que no saben donde colocar. Son esos que corren tras el banal éxito, ese arribismo que nunca sacia sus egos personales porque son logros provisionales, en sus apartamentos de lujo regando flores de plástico, disfrutando de la comida basura y pendientes del Smartphone.

Esos jóvenes enzarzados en conflictos inanes, en chorradas ridículas, que no tienen tiempo para dedicarlo a escuchar una opinión que les desagrade, un consejo cariñoso, ni siquiera un lamento humilde, esos que miran con desdén y una sonrisa irónica al escuchar los achaques, olvidan que el tiempo es lo único que no pueden comprar. “Una condena sin derecho a recurso”, así definía la vejez el gran Marcello Mastroianni, con la amargura conmovedora de un galán que “conquistó” a las más bellas mujeres, dentro y fuera de la gran pantalla.  Finalmente como cinéfilo, voy a recordar una cita filosófica del cineasta sueco Ingmar Bergman: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Creo que por todo ello, merecen humanidad y la felicitación de una visita con flores y tarta que lo atestigüe.

Antonio MORALES SÁNCHEZ