23. Abril 2024

Arxius de Antonio Morales Sánchez | Diari La República Checa

REDACCIÓ29 Abril, 2021
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La juventud no debe sólo asimilar los frutos de la cultura de sus padres, sino que debe elevar la cultura a nuevas cimas, a los que no llegan las gentes de las anteriores generaciones”.

Es posible que hablara en sentido figurado, pero lo afirmaba Konstantín Stanislavski (1863-1938) actor, director escénico y pedagogo teatral ruso, creador del método de interpretación que lleva su nombre y que estudiaron a través del Actor´s Studio: Marlon Brando, James Dean y Paul Newman. Y aunque parezca algo trivial, yo apelo al sentido material de que es un deber moral e insobornable honrar el legado que heredamos, pues debemos respetarlo y defenderlo.

Cuando un ser querido fallece por edad avanzada, si es amante de la cultura y el arte, se suele heredar por parte de sus deudos, cuadros, libros, discos, CD o DVD, muebles y otros objetos que las nuevas generaciones suelen denostar por su antigüedad, aparatosidad o insignificancia afectiva y cultural que predispone a los nuevos dueños, más cercanos a las nuevas tecnologías y otros placeres tan mundanos como banales, a prescindir de ellos. Dichos herederos cuentan en principio con una ventaja, pues ese patrimonio está exento de ser gravado por algunos gobiernos confiscatorios que aparecen como buitres carroñeros para exigirte los impuestos de sucesiones y patrimonio, que fueron abonados en su momento y que no procede volverlos a exigir, pero como no es el tema de hoy voy a dejarlo para otra ocasión.

Es entonces cuando aparecen los anticuarios y gestores de tiendas de segunda mano que por un precio habitualmente irrisorio, o más bien insolente si los que venden tienen urgencia por eliminar tanto “cachivache obsoleto”, pues estos marchantes de “tesoros ocultos” por unos cientos de euros pueden recabar “joyas culturales” muy apetecibles para el buen rastreador de este tipo de enseres. Ya no me refiero a casos puntuales de obras de arte con mayúsculas que a veces los gabinetes de museos deben intervenir para evitar que salgan del país, dada la ignorancia o manifiesta indiferencia de unos herederos ávidos de obtener un errático botín. Los mercadillos de antigüedades, las ferias, el rastro suelen ser terreno propicio para encontrar una edición agotada, una obra singular, una pieza rara, cualquier objeto antiguo pude significar un descubrimiento gozoso para el que valora lo que para muchos puede pasar desapercibido.

Soy de los que frecuenta este tipo de mercados y tiendas de ocasión de segunda mano, pues mi afición a la cultura y el conocimiento con un cierto morbo (sano) en descubrir (en mi opinión) joyas imperecederas a precios muy asequibles cuando no irrisorios, han propiciado en algunas ocasiones grandes hallazgos,  que no siempre alcanza a valorar quien lo ofrece. Por supuesto que hay muchos como yo que planean con su mirada escrutando los objetos, materiales y formatos que puedan contener, siempre desde la más absoluta subjetividad,  algún atisbo de interés artístico y cultural, sea literario, musical o cinematográfico. Últimamente están apareciendo como setas en las ciudades, propiciados por la crisis económica y el covid-19 que ha recluido a la gente en casa y que han descubierto algunos placeres abandonados por el que este tipo de tiendas económicas suelen ser muy valiosas. Podríamos compararlas con un cajón de sastre donde encontrar infinidad de productos a medida y gusto del curioso visitante que busca la aventura y el gozo de poder descubrir tanto tesoro oculto que ensanche nuestro conocimiento e inquietudes culturales a precio de saldo.

Antonio MORALES SÁNCHEZ


REDACCIÓ14 Desembre, 2020
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Charles-Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu (1689-1755), fue filósofo, juez, ensayista ilustrado y precursor de la teoría de la separación de poderes que influyó poderosamente en los estados democráticos avanzados, especialmente en la Constitución de los EE. UU.

Se basa en una estructura de tres poderes independientes: El poder legislativo (Parlamento representativo que discute y aprueba leyes); El poder ejecutivo emanado de las urnas (Gobierno); y El poder judicial (los jueces que aplican la ley). Todos ellos independientes que asumen su función con tal, incluidos en nuestra Constitución.

Pero los políticos golpistas catalanes,  no lo entienden así, creen que ellos están por encima de la ley y los jueces deben estar al servicio del político de turno. Tras ser condenados por sedición y mucho antes cuando todas sus iniciativas ilegales eran tumbadas por la justicia, ello siempre las rechazaban por considerar que los tribunales estaban politizados, claro que si alguna vez les daba la razón, entonces eran justos y ecuánimes.

Al tener el control de las instituciones penitenciarias,  los políticos independentistas intentan ahora sacar a la calle cuanto antes a sus amigos golpistas (los cuales se jactan de que lo volverán a hacer… el golpe de estado), pervirtiendo las normas establecidas de beneficios penitenciarios como muy bien se lo ha recordado el Tribunal Supremo, constantemente desprestigiado por los independentistas que sueñan con una “republiqueta” en la que ellos coloquen a los jueces afines a sus intereses. Esos que tergiversan la historia de España, esos que adoctrinan en las aulas a los niños, esos que arrinconan la lengua de Cervantes, derrochan el dinero de todos en estructuras de un estado inexistente, esos que mienten con el “España nos roba”, son los que se lamentan de ser perseguidos porque se creen de una casta o raza superior que no se someten a la ley que juraron defender cuando tomaron uso del cargo.

Desgraciadamente, los dos partidos mayoritarios españoles desde el año 1985, han estado colocando con amplio consenso a algunos de los jueces afines en las altas instituciones de la justicia. Y lo han hecho con la peregrina escusa de que la justicia debe ser elegida por los representantes del pueblo, al menos en gran medida, cuando está demostrado que todos estos enjuagues han degradado la institución que debería regirse profesionalmente por sus miembros y su código ético, siendo totalmente independiente del poder político, un poder pernicioso para la imparcialidad y la objetividad a la hora de aplicar la ley. Si esto lo tiene claro un ciudadano común que no ha estudiado derecho, simplemente guiado por la lógica y la razón, por qué no lo asumen nuestros dirigentes políticos… muy sencillo, porque siempre buscan los privilegios de la impunidad para perpetrar sus flagrantes fechorías. Hay que recordar que las leyes son aprobadas para proteger a los débiles de los poderosos, y el verdadero demócrata es el que respeta la ley. La prueba más lamentable es el actual Gobierno sectario  que padecemos, empeñado en domesticar la justicia al servicio del totalitarismo más abyecto, infiltrando a sus peones más fieles. Y de esta forma llegamos al verdadero dilema… ¿Quién controla al poder? Esa es la incógnita de mi reflexión.

Antonio MORALES SÁNCHEZ

 


REDACCIÓ29 Novembre, 2020

Cambiar para que todo siga igual. Aunque este lema que encabeza mi reflexión parezca un contrasentido, se ha repetido en multitud de ocasiones a lo largo de la historia de la humanidad, es el engaño habitual de los poderosos, sean de la ideología que sean, es la forma de engatusar al pueblo honesto e ingenuo, manipulado por soflamas populistas, prometiendo a la parroquia lo que quieren oír, lo que suena justo y necesario con palabras irreprochables.

Pero el tiempo y los acontecimientos, una y otra vez desvelan la hipocresía, el cinismo y la impostura más abyecta. Es el quítate tú que me pongo yo, y todo aquello que prometí cambiar para regenerar la política, lo guardo en el cajón del olvido, para perpetrar las mismas costumbres y vicios depravados de la casta que criticábamos con diligencia y razón, ahora nosotros la disfrutamos con morbosa fruición.

En la celebérrima novela “El Gatopardo” de Giuseppe Tomassi di Lampedusa, Don Fabrizzio, príncipe de Salina pronuncia la frase que titula esta reseña, entre otras de sus reflexiones emblemáticas. Un fresco histórico sublimado por un lírico acoplamiento de nostalgia y pasión, una extraordinaria digresión sobre la lucha de clases narrada, precisamente, desde la posición privilegiada de un aristócrata que ve cómo se desmorona el mundo que había conocido para dejar paso a otro muy distinto. La conciencia de la pérdida de privilegios de clase, es lo único que les preocupa a nuestros políticos en su mayoría y que no están dispuestos a renunciar. ¿Habéis visto algún gesto generoso y altruista de la clase dirigente que nos representa?, rebajando gastos superfluos, recortándose el sueldo con la que está cayendo para solidarizarse con los desfavorecidos y parados, con los emprendedores arruinados, nada de dar ejemplo, al contrario se han subido el sueldo y cobran dietas que no utilizan porque practican el teletrabajo.

Durante años hemos sufrido el expolio y la corrupción del PSOE Y PP, pero cuando llegó el partido que denunciaba la casta y sus privilegios financiado por Venezuela e Irán, dos “grandes democracias” como todos sabemos, millones de españoles se abrazaron a la causa de unos vendedores de humo y demagogia. Ahora otro partido del lado opuesto en el arco parlamentario comienza a emerger y comienza a dejarse seducir por los mismos vicios y costumbres que sus predecesores, prometieron muchas cosas que han ido incumpliendo entre otras (no admitir subvenciones del estado y financiarse con sus afiliados, como deberían hacer sindicatos y patronal). Pues sólo han comenzado a pisar el Congreso y están haciendo lo contrario de lo que predicaban, es que hace pocos meses pedían a sus afiliados aportaciones voluntarias para los gastos de querellas en los tribunales, y ahora sus prebostes viven en casoplones y nadan en la abundancia económica, incluso comienzan a enchufar en cargos públicos a sus amigos, generalmente ineptos. No existe democracia interna en las bases y no escuchan a sus afiliados de provincias denunciando atropellos flagrantes. Ellos se han convertido también en la casta que criticaban. Y lo peor para colmo, es lo que sentenció el filósofo chino, Confucio: ” Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo”.

Antonio MORALES SÁNCHEZ

 


REDACCIÓ26 Juliol, 2020

Dice un refrán popular: “Las palabras vuelan, pero lo escrito permanece”, los refranes son sabios porque son viejos, sabios como lo son nuestros abuelos y padres, y siguiendo ese ejemplo he considerado oportuno hacer algunas reflexiones negro sobre blanco recordando el lacerante drama de nuestros mayores en este alambicado mundo.

Me refiero a los problemas de nuestra sociedad con la tercera edad, de cómo los viejos quedan aparcados en un arrabal de soledad y abandono, después de habernos servido bien, sin pararnos a pensar que a ellos les debemos nuestras vidas y lo que somos. Nos delata el trato displicente y la falta de sentimientos en las relaciones personales, el vejatorio trato a los jubilados, que viene de la palabra “júbilo”, que triste ironía nos depara la lengua de Cervantes.

El 26 de Julio se celebra el día de “Los abuelos”, coincidiendo con San Joaquín y Santa Ana, pues qué mejor regalo que dedicarles unas palabras de reconocimiento y homenaje por su impagable aportación a nuestra sociedad. Mucha más en estos días en los que el maldito Covid-19 se cebó en nuestras residencias con nuestros mayores de forma inmisericorde, sorprendiendo a enfermeros y cuidadores sin estar debidamente preparados para protegerse y cuidar de nuestros ancianos que son, no lo olvidemos,  nuestra memoria viva.

Nuestros ancianos morían solos y olvidados, los que sufrieron el hambre de la posguerra, los que trabajaron duro de sol a sol, los que sin estudios lucharon para abrirse camino y nos dejaron un país mejor, los que más años cotizaron desaparecieron sin molestar, se fueron sin poder despedirse de esos hijos y nietos que tanto protegieron con sus pequeñas pensiones, fue el sustento de la economía familiar en muchas ocasiones. Espero que la ley juzgue la negligencia de unos políticos ineptos e irresponsables en esta catástrofe humanitaria.

Pero ahora, solo voy a recordar a nuestros mayores porque se merecen el respeto de todos, pues no sólo son el pasado y presente, también son el futuro y tienen en su experiencia vivida, mucho que enseñarnos para una sociedad demasiado ocupada en placeres mundanos, huérfana de valores y principios que se diluye en una lamentable relatividad moral. Porque sus hijos y nietos andan ocupados e inquietos con las nuevas tecnologías, acaparando dispositivos que no saben donde colocar. Son esos que corren tras el banal éxito, ese arribismo que nunca sacia sus egos personales porque son logros provisionales, en sus apartamentos de lujo regando flores de plástico, disfrutando de la comida basura y pendientes del Smartphone.

Esos jóvenes enzarzados en conflictos inanes, en chorradas ridículas, que no tienen tiempo para dedicarlo a escuchar una opinión que les desagrade, un consejo cariñoso, ni siquiera un lamento humilde, esos que miran con desdén y una sonrisa irónica al escuchar los achaques, olvidan que el tiempo es lo único que no pueden comprar. “Una condena sin derecho a recurso”, así definía la vejez el gran Marcello Mastroianni, con la amargura conmovedora de un galán que “conquistó” a las más bellas mujeres, dentro y fuera de la gran pantalla.  Finalmente como cinéfilo, voy a recordar una cita filosófica del cineasta sueco Ingmar Bergman: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Creo que por todo ello, merecen humanidad y la felicitación de una visita con flores y tarta que lo atestigüe.

Antonio MORALES SÁNCHEZ