28. Març 2024

Arxius de Aguaspeña | Diari La República Checa

REDACCIÓ12 Juny, 2021

Cuando hablamos de Checa, parece que todo gira en torno al país del centro-este de Europa, pero muy pocos saben que en España tenemos un pueblo llamado así. El escenario a imaginar es el Alto Tajo, Guadalajara. Un paisaje rodeado de árboles con más de 3.000 años, muchos tipos de orografía, piedras milenarias venidas de Australia, ruinas celtíberas, talleres artesanales y hasta una iglesia construida al revés. Así es Checa, un pueblo de unos 300 habitantes situado -aunque no lo parezca- a 1.400 metros de altitud.

Una rica historia para un pueblo milenario

Pero vayamos por partes, el origen del municipio data del siglo VIII antes de Cristo, contando ya con una población celtíbera importante. De hecho, los yacimientos encontrados en los alrededores de Checa ya dejan entrever la gran riqueza histórica con la que cuenta el pueblo. A apenas uno o dos kilómetros del centro de la localidad ya se pueden visitar ruinas celtíberas de hace más de 2 siglos. La vista desde la montaña donde se hallan estos vestigios es impresionante.

Y eso no es todo. En Checa se han encontrado diversas necrópolis con historias muy interesantes. Ejemplo de ello es la Gran Dama, unos restos de una mujer que debía tener mucha importancia en vida, pues se comprobó que incluso comía carne. Esto era algo inusual en las mujeres de aquella época.

Para los amantes de la historia ‘reciente’ española, este pueblo también les sorprenderá. La Guerra del Francés o Guerra de la Independencia Española estuvo muy arraigada a Checa. En este sentido, el municipio cuenta con historias relacionadas con el senador, diputado y presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Isabel II, Lorenzo Arrazola, quien por cierto nació allí; o con Francisco López Pelegrín, quien fue una figura importante de una de las batallas más significativas de la provincia de Guadalajara durante la guerra. Un último dato histórico: ¿Sabían que uno de los amantes de Teruel era de Checa?

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Ciervos al atardecer: el entorno natural perfecto

Dejando de lado la historia de la localidad, que es abundante, el Alto Tajo goza de muchos rincones naturales que nos harán desconectar de nuestros problemas. Sus bosques cuentan con árboles de más de 3.000 años, cuyos troncos son igual de anchos que las bases de los molinos de viento modernos. Los animales que habitan dichos espacios también parecen abundar, pues los cazadores de la zona registran al año 1.500 ciervos abatidos y -aun así- cada año siguen apareciendo sin disminuir.

De hecho, cuando cae el sol es posible encontrarse con un rebaño de cervatillos recorriendo los largos prados del territorio. Unos valles que están bañadas en ruinas celtíberas y rocas de muchos tipos y colores. Toda una experiencia para los amantes de la naturaleza. Es por ello que es un sitio idóneo para salir a caminar o montar en bici.

Hay un lugar que uno se puede perder si visita Checa. Se trata de Aguaspeña, un conjunto de cascadas de pequeño formato que ha proliferado la creación de pequeñas cuevas cubiertas de vegetación. Todo un espectáculo para la vista, pues al sol se puede ver la brillantez del agua cayendo por la vegetación. Sin duda, una de las postales del pueblo.

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Tranquilidad, artesanía y cultura

Ya en el seno de Checa, sus calles son ciertamente tranquilas y apacibles. El río Genitoris atraviesa la localidad partiéndola en dos barrios. No obstante, en ambas zonas se respira un ambiente artesanal. De hecho, se pueden encontrar algunos talleres como el de hierro, propiedad del alcalde. Sus obras pueden verse en muchos puntos del pueblo: una cabeza de toro en una fuente, unas rejas en forma de caras, unos ciervos en forma de valla, etc. Detalles que hacen de Checa un lugar muy singular.

Especial es sin duda su iglesia románica del siglo XVII, pues es la única de España que está orientada al revés de lo que estipula la iglesia. El misticismo se une a los muchos alicientes con los que cuenta el municipio.

Para los amantes del mundo taurino, Checa es sin duda una de las mecas. Ejemplo de ello es la única corrida de toros autorizada por las Cortes de Cádiz en 1812. Todo un hito. Por otro lado, el mismísimo Juan Ortega, torero de renombre, ha estado recientemente por el pueblo y, como él, tantos otros. Incluso hay un bar, ‘El casino’, decorado con multitud de elementos toreros como carteles y trajes de luces.

Este es gran parte, que no todo, el patrimonio de Checa. Un pueblo tranquilo del Alto Tajo con infinidad de lugares para visitar y perderse en familia, pareja o en soledad. Un retiro que en invierno se enfría hasta los -28 grados, pero que en verano mantiene un clima ideal. Se puede consultar más información sobre alojamiento e historia del municipio en la página web del Ayuntamiento.

Alex Riba – Enviado especial a Checa


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