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El 22 de diciembre de 1992, todavía en plena resaca de la “XXV Olimpiada” de Barcelona, irrumpió en el Govern de la Generalitat su primera mujer. La Honorable Sra. María Eugenia Cuenca Valero asumió la Conselleria de Governació, de donde dependía el Cos de Mossos d’Esquadra, una policía que básicamente vigilaba edificios.
En aquel momento lideraba el cuerpo de policía autonómico el sotsinspector Josep Peris Prat, procedente de la escala de oficiales del Ejército del Aire. Era conocido por sus subordinados como “Avioneto”. De hecho, hasta la aprobación del Estatuto de Autonomía de Catalunya del 2006, el número 1 de los Mossos era alguien externo a la institución y se escogía de entre los jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas y Cuerpos de la Seguridad del Estado.
El 6 de junio de 1993, se celebraron elecciones generales en España y el PSOE, sin mayoría absoluta, pero gracias al pacto con CiU y con el PNV, consiguió entrar en la Moncloa. Este apoyo fue aprovechado por CiU, de Jordi Pujol, entre otras cuestiones, para abordar un nuevo modelo policial en Catalunya.
Poco antes de cumplirse el primer año al frente de los Mossos, en noviembre de 1993, Cuenca impulsó una “profunda reestructuración”, o purga – un termino que lo ha puesto de moda el PSC de Salvador Illa – dependiendo de los afectados. Destituyó a Peris, jefe de los Mossos y, al jefe del Servei d’Estudis de Seguretat, Joaquim González, líder de los “Mortadelos”, una suerte de servicio secreto dentro de esta organización policial que únicamente velaba por los intereses de los políticos.
Años después trascenderían los verdaderos motivos de la destitución de “Avioneto”, quien despertó los recelos de la Generalitat por frecuentar Madrid más de lo que se consideraba recomendable y a quien tachó como un topo del CESID.
Sin jefe al frente de la policía catalana, la consellera Cuenca y la entonces secretaria de Estado de Interior, Margarita Robles Fernández (actual ministra de Defensa), rubricaron el acuerdo que erigió a Mossos como la Policía de Catalunya, en detrimento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado allí presentes.
Purga o reestructuración profunda, como definió la consellera Cuenca
Así pues, urgía un nuevo jefe para Mossos por lo que se convocó un casting al que se presentaron 23 aspirantes para las 2 plazas de sotsinspector del cuerpo autonómico. En total, 4 militares y 19 policías nacionales, de los cuales una era mujer e inspectora.
El concurso culminó con la selección de un inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, Joan Unió Gràcia, de 44 años, quien asumiría el mando del Cos de Mossos d’Esquadra. La otra plaza quedó desierta, a pesar del elevado volumen de aspirantes, y “se cubrió por promoción interna”.
A pesar de la purga, el 1 de noviembre de 1994, Mossos dió el pistoletazo de salida para su despliegue en todo el territorio catalán, consiguiéndolo 14 años después con su llegada a la provincia de Tarragona.
El 20 de diciembre de 2021 el comisario leridano Josep Maria Estela Ribes, de menor rango, relevaba al todopoderoso major Josep Lluís Trapero al frente de los Mossos. Una decisión del Govern que quizá subestimó la dimensión de las figuras del major y la de “uno de los suyos”, el intendente Antoni Rodríguez Herrera (desplazado a Rubí). Una política comunicativa ineficaz frente a la fortaleza de dos líderes policiales natos, también a extramuros del estamento policial, a tenor de todo lo publicado en las últimas semanas. En verdad, nada nuevo: purga o reestructuración profunda, como definió la consellera Cuenca.
Una nueva ocasión en donde Mossos deben demostrar su capacidad de resiliencia. Una oportunidad de demostrar la valía de su nuevo comissari en cap, Josep Maria Estela, quien se ha propuesto situar al Cos de Mossos d’Esquadra en un tablero de juego que va más allá de los límites soñados en 1994, condicionados a Catalunya. En el 2022 el horizonte es el ciberespacio…
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