REDACCIÓLa semana anterior fueron muchas las administraciones que “a toque de pito”sometieron a votación mociones para dar apoyo a la consulta independentista que ha sido convocada para el próximo 9 de noviembre, y debo manifestar que en esta ocasión la estrategia política le ha ganado la batalla a la lógica, pues cuando las mociones se votaban, ni la consulta estaba convocada ni la ley que pretende darle amparo estaba publicada. Algo totalmente kafkiano, que incluso podría poner en tela de juicio la legalidad de las decisiones adoptadas.
En el caso de Salou la moción fue aprobada con el voto favorable de algunos y las abstenciones de otros. Sinceramente, creo que el “si pero no”y el “ni blanco ni negro”no caben en una votación de este tipo, por quéen realidad, bajo el fundamento de un supuesto derecho a decidir como máxima expresión de un estado democrático, se esconde una versión edulcorada del derecho de autodeterminación, y en un tema de esta índole o se estáa favor o se estáen contra. No caben medias tintas.
“Fer la puta i la Ramoneta”y jugar a la ambigüedad finalmente te delata, y la coherencia política brilla por su ausencia. Cada uno es libre de votar lo que quiera, pero no acabamos de entender como el Alcalde de Salou y el portavoz del PSC en nuestra localidad se abstuvieran en la votación de esta moción en el Ayuntamiento y sin que hayan transcurrido ni tan siquiera 24 horas desde ese voto, voten favorablemente a la misma en la Diputación de Tarragona.
El PP de Salou lo tiene claro, y por ese motivo votamos en contra sin ningún tipo de ambigüedades, por quéresulta absolutamente falaz el argumento de que basta con que una mayoría de ciudadanos de un territorio determinado exija ser consultado sobre un tema para que tal consulta tenga que ser aceptada por todo demócrata que se precie.
Ni a Mas, ni a Junqueras, ni a la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana, se les pasa por la cabeza que la sociedad catalana también pueda ejercer su derecho a decidir sobre la secesión de una parte de Catalunya, ¿o acaso respetarían que la provincia de Tarragona pudiese ejercer también esa supuesta máxima expresión de la democracia que ellos llaman derecho a decidir?. Es evidente que no, y eso les deja en evidencia.
¿Cuándo, entonces, es legítimo ejercer tal derecho y cuándo no? ¿Sobre quétemas síy sobre quétemas no? ¿Y quién decide sobre ello?
Aquellos que hablan de democracia y hacen leyes a su medida son los menos autorizados para darnos lecciones al respecto. Y la propia ley de consultas les vuelve a dejar en evidencia: ¿por quépodrían votar catalanes residentes en el extranjero, y sin embargo no podrían hacerlo catalanes residentes en el resto de España?. Aquítienen un ejemplo más del derecho a decidir “a medida”.
La democracia no se sustenta sin el respeto a las leyes con las que la propia democracia nos dota. Cuando el ordenamiento jurídico como garante de la seguridad y la previsibilidad pretende ser sustituido por un mero voluntarismo político se desmorona la democracia.
Mario GARCÍA
Portaveu del Grup Municipal del PP a Salou
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