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La Semana Santa engloba muchas tradiciones y costumbres. La gastronomía, como una parte cultural de la sociedad española, no podía ser menos. La mayoría de los platos especiales de esta celebración tienen su origen en la prohibición de comer carne durante la cuaresma.
El primero es la mona de pascua, un postre típico de Cataluña que tradicionalmente se hacía a modo de roscón de huevo. Actualmente, los pasteles de yema o manteca dominan la oferta, aunque las figuras de chocolate cada vez protagonizan más estantes de pastelerías.
Sin alejarnos de lo dulce encontramos los pestiños, un alimento que también se come en Navidad y que es típico de Extremadura y Andalucía. Este postre se elabora con harina, frito en mucho aceite y con un toque de miel. En esta línea se encuentran las filloas, una especie de crepes típicos de Galicia que se suelen comer en Semana Santa y Carnaval.
Llega uno de los platos estrellas de este artículo, las torrijas. Este alimento surgió de la necesidad de aprovechar el pan duro en la época de ayuno. Además, su alto contenido energético permitía aguantar mejor dicho estado de hambre. En este punto también se ha de mencionar la leche frita, simple pero también con una carga energética considerable.
No todo son dulces. El hecho de no comer carne obligaba a buscar soluciones para platos contundentes. Buen ejemplo de ello es el potaje de garbanzos, el cual se solía acompañar con espinacas o bacalao. Precisamente, el bacalao ajoarriero es otra de las piezas gastronómicas típicas de Semana Santa. En gran parte, esto es así por su gran disponibilidad en casi toda la península.
La sopa de ajo, aunque fue un plato muy común, también formaba parte de la dieta española para estas fechas. Se solía aprovechar el pan de los días anteriores. A su vez, las patatas y el arroz blanco también cogían protagonismo. Estas son algunas de las enseñas gastronómicas tradicionales de Semana Santa.
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