Come, reza y no te sientas culpable

Uno puede derrochar la vida en habitaciones mal ventiladas, buscando oscuras verdades, investigando, hasta que uno es demasiado viejo para disfrutar de la vida                              (Jimmy Sangster, guionista)

Cuando es el tiempo el que hace reflexionar, sobre si realmente estás disfrutando la vida o no.

Llevo toda la semana – mejor dicho, todo un mes – estresada, agobiada. Un problema detrás de otro.  Hay momentos que parece que no llega su fin y de pronto, paro el carro y pienso: ¿otra vez Cindy? Vuelves a caer en el mismo error… Un error recurrente en todos.
No confundamos la responsabilidad con el desconectar y vivir la vida.

Me voy, me voy dos días y mi propósito es pasarlo muy bien, pero he tardado demasiado tiempo, que es necesario “comer, rezar, beber, ¡¡¡reír y no sentirse culpable!!!

¿Te sientes culpable? ¿Por qué nos sentimos culpables?

La culpabilidad es una de las emociones que puede restar nuestra evolución y bloquear nuestra felicidad, hay que estar muy atentos, a mí personalmente, en épocas de mi vida me ha lastrado y no podemos vivir eternamente con esa sensación de carga y pesadez.

Es una de las cuestiones más preocupantes que nos acompaña a lo largo de nuestras vidas.
En muchas ocasiones, la culpabilidad viene de creencias pasadas, de una educación más castigadora, en dónde todos crecimos con ciertas limitaciones, pero también es cierto que en edad adulta aparece de forma continua en diferentes episodios de nuestra vida, ligada a un factor de autoestima, pensar que no estás a la altura y que no eres capaz de conseguir metas, en definitiva fomentar que tú no lo mereces.

Recordamos cómo clasificar los diferentes tipos de culpabilidad:

• Culpabilidad residual: Se remonta a las experiencias vividas en la infancia. Nos referimos a todas aquellas vivencias con nuestros educadores, sin intención ni ánimo de provocar en nosotros este tipo de emociones, pero dónde, sin embargo, recordarás frases como: – si suspendes, te castigo. Si no te quedas hoy, me quedaré sol@. ¿No te da vergüenza lo que has hecho? Ya desde pequeños, crecemos con El eco de estas frases, para volver a reencontrarnos en un futuro ya adulto y volver a verlas reflejadas en nuestros educadores ya mayores o en cualquier mando profesional, incluso en reproches continuos de nuestras parejas. Un ejemplo muy habitual: (claro… tú estás mejor que yo, porqué tienes mejor trabajo.) O todo lo tengo que hacer yo!!!

• Culpabilidad autoimpuesta: Alimentada en nuestra edad adulta. Aquí sí podemos decir, que en la mayoría de los casos influye nuestra capacidad de poder.
  Si puedo y me veo capaz, la culpabilidad es menor, pero si no creo, me limito y me autocompadezco, es más fácil alimentar nuestra culpabilidad. De hecho, siempre tiene que haber un culpable y ¿quién mejor que yo?

  En muchas ocasiones hemos visto como alguien muy próximo a nosotros, ha tenido un desamor o desengaño, ha sufrido una falta de confianza y aunque el entorno vea claro que no tiene ninguna carga de culpa, insiste en no compartir culpas y asumirla sol@. Separaciones traumáticas, pérdida de algún ser querido, son otras experiencias de vida que en muchas ocasiones van acompañadas de culpa.

  ¿Y, qué sería de nosotros sin culpabilidad? La verdad, que es difícil de contemplar, pero si es posible rebajar los efectos severos que puede provocar en nuestra autoestima y tener una mejor calidad de vida. Pero seamos sinceros, la culpa debe ocupar su lugar. Sin ella restaríamos sentido y valor a lo importante.

  ¿Nuestra Reflexión?
  Disfruta de la vida con optimismo y sé realista con el momento actual. Deja atrás todas aquellas ‘frasecillas’ que solo retumban en tú cabeza pero que no tienen ninguna finalidad.

  Vive tú presente… construye tú hoy.

  Y cómo siempre, seguimos sumando pensamientos positivos.

  ✍️ Cindy LÓPEZ
  Coach