24. Abril 2024

CARLES CASTILLO: Complejos heredados y desacomplejados irredentos

Durante décadas, el PSOE –del PSC, mejor, ni hablamos– ha parecido cargar con el sambenito de no ser «suficientemente español», sobre todo desde quienes pretenden simbolizar la españolidad exclusivamente con banderitas por todas partes y orgullo patrio hueco. Quizá la única acusación cierta es que los y las socialistas no somos suficientemente «españolistas», que es cuestión harto diferente, y que no me parece, por cierto, que como argumento político debiera preocuparnos en exceso. Se puede amar España y repudiar, incluso con vehemencia, determinadas manifestaciones que el conservadurismo ha asociado tradicionalmente con «lo español». No estimo necesario poner ejemplos pero entre mis compañeras y compañeros no he solido encontrarme especímenes de esos de aire autosuficiente, mirada altiva, palillo en la boca, codo en la barra y hueso de aceituna en el suelo  (imagen robada a José María Izquierdo).

Los españolistas carpetovetónicos carecen de complejos, me atrevería a decir que hasta de pudor. Y como nadie les va a acusar de ser antisistema, antiespaña o lo que se nos antoje, pueden permitirse pactos, componendas y alianzas con fascistas, usar la terminología de los asesinos (¿quién no recuerda el «Movimiento de Liberación Vasco» de Aznar?), acercar presos cuando lo han estimado menester, etc…

La falta de complejos les permite defender, con la misma virulencia, una cosa y la radicalmente opuesta.

Y simultáneamente, acusan a quienes no son de su pandilla de todos los pecados políticos y tropelías que puedan imaginarse. Los españolistas carpetovetónicos hoy se presentan a la opinión pública en tres colores: azul, verde y anaranjado, ¡pero ninguno más! No vaya a parecer su bandera cosa de maricones que, los soportamos porque no queda más remedio, pero calladitos, en sus casas y armarios, sin hacer mucho ruido.

Además, practican, asimismo sin complejos, el «cuanto peor, mejor». Véase si no el ostracismo al que ha sido sometido un candidato a la alcaldía de Barcelona que decidió, desde su honestidad personal, que un partido (este sí) antiindependentista como Ciudadanos, tenía que usar sus votos para que los independentistas no gobiernen la capital de Catalunya.

Pero hoy permítanme no meterme en pantanosas dinámicas catalanas… propongo mirar hacia Navarra y País Vasco…

Porque estos mismos españolistas recalcitrantes que digo acusan sin recato al PSOE de «dar la alcaldía de Zigoitia al PNV» (¡en lugar de a Bildu!). Podemos poner cientos de casos en los que el gobierno se pone a la venta porque ellos, los españoles de bien, los de toda la vida, los descendientes de la pata del caballo del Cid o que guardan reliquias del miriñaque de Isabel la Católica en un camafeo, no tienen complejos. «Y si no mandamos nosotros, los dueños del cortijo, forcemos la maquinaria para que todo vaya lo peor posible».

Enfrente, al PSOE, a veces, parecen hacerle mella esas acusaciones, casi siempre rocambolescas, y en ocasiones me da la sensación de que tenemos que andar pidiendo permiso hasta por ser demócratas, para no parecer demasiado poco españoles. ¿Qué leches significa eso?, por cierto…

Adelanto que en las próximas semanas, la compañera María Chivite será presidenta de la Comunidad Foral de Navarra. Para ello es preciso que ella quiera, que Ferraz se lo permita ­–hay antecedentes de los que, como socialista, no puedo sentirme orgulloso– y que Bildu se abstenga. La alternativa es que alguna de estas tres condiciones no se den y vuelva a gobernar la versión navarra de los españolistas carpetovetónicos, herederos del carlismo más montaraz.

Pues bien, si eso ocurre, todos los medios de la caverna –o sea, hoy ya la mayoría–, así como las redes sociales y los miles de bots neo-españolistas van a bramar con el mensaje de que Pedro Sánchez se ha vendido a ETA, a los separatistas o a los judeo-masones.  Ojalá en Ferraz a nadie le tiemblen las canillas ante estos matones de patio de colegio.

Desconozco si alguien lo ha dicho hasta ahora en el ámbito del socialismo pero quizá toca ya: Bildu no es ETA, ETA no existe, desapareció, en parte gracias precisamente a nosotros, a los socialistas, a Alfredo Pérez Rubalcaba; Bildu rechaza la violencia desde el momento de su fundación y, en los lugares que ha gobernado –San Sebastián y Pamplona, por ejemplo–, no se han visto encapuchados por la calle perpetrando aviesas acciones antisistema, al alcalde quemando autobuses o al concejal de basuras volcando contenedores. Los antisistema son otros. Lo voy a decir más claro: Bildu no es VOX. Esquerra Republicana tampoco es VOX. Y Podemos tampoco es un peligroso partido antisistema al que no nos podemos ni acercar. Debemos tender hacia la unidad de la izquierda como objetivo real y realista. Por responsabilidad con nuestro país y con las políticas que defendemos. No hay justificación, más allá de los complejos, para trazar líneas rojas que quizá sí deberían existir en otros ámbitos.

Y confío en que Pedro Sánchez pueda formar gobierno sin concesiones absurdas pero, también sin complejos.

Carles CASTILLO
Diputat del PSC al Parlament de Catalunya

 

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