17. Abril 2024

Arxius de Antonio Morales | Diari La República Checa

REDACCIÓ22 Desembre, 2020
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Soy consciente de lo políticamente incorrecto que suena esta afirmación que da título a mi reflexión, pero la generosidad de vertebrar el poder descentralizándolo para hacerlo más cercano al ciudadano, a través de la Constitución, respetando su diversidad y cultura ha resultado fallida, ineficaz y muy costosa. Algunas de esas competencias cedidas han sido gestionadas con deslealtad institucional por unos gobernantes cicateros y traidores al espíritu de la carta magna.

El tiempo y sus circunstancias han despejado las incógnitas, el torticero uso y abuso del poder, sólo ha servido para duplicar competencias con el consiguiente gasto de muchos parlamentos, muchos políticos (más del doble que Alemania que nos dobla en población), estructuras de estados inexistentes, coches oficiales, mucho enchufismo, consejos comarcales de cariz separatista, prebendas a cambio de lealtad y seguidismo de estómagos agradecidos. Multitud de ineficientes funcionarios públicos que se precisan en otros organismos como sanidad, oficinas de  empleo o seguridad social.

Una aberración insufrible que nos ha dado 17 modelos diferentes e incompatibles, 17 en educación, algunos adoctrinando en el odio a España, tergiversando la Historia para complacer el ego aldeano de unos mentecatos, 17 tarjetas sanitarias incompatibles, normas y requisitos discriminatorios, una cosa es respetar la idiosincrasia de una tierra y otra muy distinta es la anarquía indiscriminada y caprichosa, que siembra división, envidias y rivalidades estúpidas avaladas por necios provincianos que presumen de ser superiores a sus semejantes de otras tierras españolas. Se trata de competir por ver quién es más radical y están dispuestos a erradicar o ignorar la lengua de Cervantes para imponer su lengua minoritaria que ya está sobradamente reconocida y garantizada.

Con la gestión de la maldita pandemia del covid-19, ha quedado demostrado el descontrol y la desorganización para combatirla, pleiteando en competencias y culpándose de la nefasta gestión, se da la paradoja actual de cara a las fiestas navideñas que cada autonomía va a imponer unas normas casi siempre diferentes de la comunidad vecina, convirtiendo al país en un laberinto de decretos siempre diferentes e inteligibles, hay que aprenderse los 17 decretos de distinta actuación, con sus peculiares normas para viajar por España, es patético el escenario que nos muestra el ejecutivo central al delegar las competencias sin ningún criterio unitario.

Hay mecanismos legales en la Constitución para devolver el poder mal gestionado, tantos dislates, redes clientelares, barreras burocráticas, galimatías de normas administrativas que entorpecen y desmotivan al emprendedor por un laberinto de procedimientos absurdos incluyendo un infierno fiscal en algunas de ellas. Pero los partidos políticos, en su mayoría no están dispuestos a renunciar a las prebendas del sistema autonómico, pues les sirve para colocar a sus miembros, ya que la política es su medio de vida y muchos no han trabajado nunca ni creo que lo hagan. Según calculan los economistas, las autonomías nos cuestan a los españoles 50,000 millones de euros, ¿saben cuántos servicios esenciales se podrían mejorar con esa cantidad de recursos?, en ayudas a dependencia, mejora educativa, y otros servicios públicos. Para algunos les resultará demagógica la comparación, pero a mí, dilapidar el dinero público que es de todos, me parece obsceno y no debe permanecer escondido en la memoria.

Antonio MORALES SÁNCHEZ


REDACCIÓ25 Octubre, 2019

Decía el escritor alemán Thomas Mann: “La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz”. Estoy de acuerdo, como también guardo en mi memoria, al primer profesor de historia que me habló del enfrentamiento entre españoles: “La guerra civil es una aberración porque siembra el odio y la muerte entre hermanos”. Creo que Amenábar apela a la reconciliación con su emotivo e intimista film, con una perspectiva histórica y desde el convulso presente donde parece que vuelven a abrirse las heridas.

Y lo hace narrando los últimos meses del intelectual, dramaturgo y catedrático Don Miguel de Unamuno, un patriota vasco y español, al que tocó sufrir unos momentos terribles en una España a la deriva. Sin duda un buen pretexto para reflexionar sobre ese latente dilema de las dos Españas enfrentadas.

Confieso que entré al cine con ciertos prejuicios, acostumbrado al frecuente maniqueísmo que ha surgido a través de innumerables cintas en los últimos años sobre tan lamentable época. Afortunadamente trata con respeto a ambos bandos, sin caer en el error de soltar su opinión personal, claramente evidente, pero de la que intenta huir.

Película de gran puesta en escena, de factura técnica impecable, emocionante en muchos momentos gracias a unos actores que transmiten la complejidad del crítico momento, excepto el personaje de Millán Astray, bastante histriónico y rozando la caricatura en mi opinión.

Film pleno de sensibilidad, típico del cineasta, donde prefiere sugerir a mostrar, la mayoría de los actos violentos son narrados en off, fuera de cámara. El otro personaje que domina el relato junto a Unamuno (excelente Karra Elejalde), es Franco (Santi Prego en un contenido rol), calificado por sus generales como “Un lobo con piel de cordero”), ambos forman la columna vertebral de este drama con ribetes de tragedia.

Más allá de la célebre secuencia donde comparece el rector en el paraninfo de la universidad (“Venceréis pero no convenceréis”), me gustan otros momentos mucho más humanos que reflejan la angustia de un hombre de ideas que debe enfrentarse al poder de la fuerza, el intento de ser justo con todos, incluyendo su propia familia, de salvar el incierto futuro de sus amigos más íntimos perseguidos y con los que más discrepa, pero siempre desde el respeto (le pido perdón, por llamarle “meapilas”, confiesa amargamente).

Cinta muy recomendable, pese a que se toma ciertas licencias, cosa lógica si hablamos de cine. La música compuesta por el propio cineasta me parece discreta, en cambio sabe elegir para momentos estelares el “Ave María” de Bach / Gounod, una delicia. Película oportuna porque no es tiempo de reescribir la historia, como algunos pretenden, es tiempo de asumirla y aprender de los errores.

Antonio MORALES
Apasionado del cine y de la música
antonio.anmorales.morales@gmail.com


REDACCIÓ12 Octubre, 2019

En pocas ocasiones obviando el género musical, unas cuantas canciones han definido tan acertadamente un film, junto a la música original que describe magistralmente el caos mental de Arthur (Joker).

Tres clásicos imperecederos que ilustran las reflexiones profundas y complejas que nos transmite Todd Phillips, un cineasta que me ha sorprendido después de ver su filmografía hasta ahora. Y es que Tood, renuncia a mostrar un personaje del comic estereotipado y caricaturesco como nos lo han presentado habitualmente. Ha huido de tantas versiones planas, muy convencionales, cuando no infantiles de los personajes, donde apenas tienen densidad humana, arrollados por ese marasmo de cine de banal evasión que nos invade.

Resulta curioso cómo algunos espectadores despistados acuden esperando un film de acción y comedia, para descubrir un terrorífico drama en una descarnada y aberrante metrópoli, cínica, insolidaria, violenta y despótica. Un memorable Joaquin Phoenix encarna a Joker, un ser destruido desde su infancia, víctima de la incomprensión y la violencia social, de un incierto futuro al que se aferra porque nada tiene ya que perder y que solo cuenta con la simpatía del presentador de un famoso programa de televisión, Murray Franklyn (Robert De Niro). Película pesimista y transgresora, pero no por el capricho de serlo, siempre desde una posición lúcida, heredera del mejor cine de Scorsese (Taxi driver, El rey de la Comedia, precisamente con De Niro, ambas), una siniestra historia que deriva irremediablemente hacia la catarsis redentora.

Destaca junto a la soberbia puesta en escena, el interesante guión, que se desliza sobre la delgada línea que separa la razón de la demencia. Todo ello elaborado sobre la figura del payaso (con un rendido homenaje a “Tiempos Modernos” de Chaplin, Clown por excelencia), que como todos sabemos esconde su pena y su angustia personal bajo la máscara y el maquillaje junta a su sonrisa, a veces irónica, otras macabra y estridente, fruto de su patética existencia. Su ridícula carcajada a destiempo, la de Joker, denota su tragedia humana, su mirada perdida, su vida socavada por la frustración y el absoluto desamparo. Pese a que se presta a interpretaciones ideológicas, el planteamiento no me parece político, pero sí que la encuentro muy humana y realista. Una película adulta en su forma de abordar a un personaje ficticio que nunca se profundizó como aquí sucede. Sin duda fascinante en el terreno artístico y poético, donde la violencia nunca es gratuita, para mí es la mejor película del año.

Antonio MORALES
Apasionado del cine y de la música
antonio.anmorales.morales@gmail.com