REDACCIÓ
Comenzaba el año 1989, tres décadas atrás, pensando en las elecciones europeas que se habrían de votar en el mes de junio. Elecciones en las que tres partidos políticos, Convergència i Unió (CiU), Centro Democrático y Social (CDS) y Partido Popular (PP) perderían un gran número de votos en la ciudad de Tarragona. Resultados que, sin embargo, no fueron obstáculo para que la moción de censura que rondaba desde días atrás sobre el eterno alcalde socialista Josep María Recasens fuera presentada cinco días después de ir a las urnas.
Recasens había sido alcalde de Tarragona desde las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, en 1979, al presentarse como cabeza de lista por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Renovó alcaldía en 1983 y 1987, hasta que dos años después cesó en sus funciones como alcalde tras la moción de censura del tripartito de centro-derecha. Llevando a presidir la alcaldía de Tarragona al convergente Joan Miquel Nadal.
Referencias históricas que hago después de reflexionar sobre el artículo que recientemente Alex Saldaña titulaba en el Diari ‘Mucha asociación, escasa influencia’. En éste, se presenta a una sociedad civil en Tarragona ‘dormida’, ‘aletargada’, ‘pasiva’, ‘narcotizada’, ‘muerta’… Con una cierta frecuencia se ha hablado de la falta de liderazgo en la ciudad de Tarragona. Imagino que el mismo que se echa en falta en ciudades de similares características, en las que la sociedad civil vive al margen de las administraciones públicas.
Y no por falta de un gran entramado de entidades culturales, deportivas, sociales, económicas… ya que Tarragona tiene alrededor de 700 asociaciones inscritas en el censo social del Ajuntament. Entidades que se cruzan entre sí y que, al menos en estos momentos, no son capaces de cohesionarse, respondiendo más a la idea de intereses particulares concretos, poco coincidentes entre sí y sin objetivos conjuntos.
Tarragona parece ser así. Aunque la sociedad civil no haya sido siempre así. Con la moción de censura del centro-derecha a los diez años de alcalde de Josep María Recasens, la ciudad consiguió un clima de estabilidad social de la que no había precedentes.
Con Joan Miquel Nadal en la alcaldía de Tarragona, se me encargó a mí personalmente una campaña que cohesionara la sociedad civil, que creara ilusión en esa nueva etapa municipal. Semanas después se presentó la campaña ‘Fem Tarragona’, de la que fui promotor. ‘Els pelacanyes’ tarragonins parecían vivir en aquellos momentos acomplejados en el enfrentamiento que les mantenía en rivalidad con ‘els ganxets’ de Reus. Un refrán relacionado con esa rivalidad es el conocido ‘A Reus enganxen i a Tarragona manxen’.
Al iniciar la campaña ‘Fem Tarragona’, el propósito fue llegar a los ciudadanos con un mensaje de coraje, entusiasta, optimista. Conscientes de un pasado bimilenario enriquecedor, en vías de un presente y un futuro esperanzador. Tarragona ya era una ciudad importante en asociaciones y entidades. Que vivía, probablemente, con la escasa influencia social que Saldaña explica en su información. Pero ‘Fem Tarragona’ consiguió dinamizar globalmente a esa sociedad civil. La unió en un proyecto común.
Una gran mayoría se sinstió partícipe del hecho de ‘Fer entre tots Tarragona’.
Es evidente que la campaña, que por cierto, puso mucho en duda la oposición, tuvo todos los elementos para hacerla exitosa: Definía claramente la causa, con un logotipo atractivo; consiguió los aliados estratégicos necesarios, participando todas las entidades del proyecto al imprimir en todas sus actividades el logotipo como suyo propio; logró un gran número de personas voluntarias; involucró a los socios de la mayor parte de las entidades, llegándose a organizar entre éstos centenares de excursiones a zonas históricas y departamentos municipales inéditos hasta el momento. Se estableció una excelente comunicación entre todos, que llevó a finalizar la campaña con casi diez mil personas en la plaza de toros, tras haber reunido todos ellos una colección de cromos que representaba el paso del tiempo de la ciudad de Tarragona.
Es evidente, también, que el tripartito debió hacer una gran transformación política de la ciudad en aquellos dos escasos años de mandato que les llevó a rendir cuentas en las urnas, aunque no es menos cierto que al presentarse CiU a las próximas elecciones municipales con el lema ‘Fem Tarragona’, Joan Miquel Nadal arrasó en las urnas consiguiendo por primera vez la mayoría absoluta.
Existe una amplia sociedad civil que, sin ánimo de lucro, buscan ayudar a las personas. Pero las ciudades viven una gran falta de confianza social. Como señala Paco Zapater en el mismo artículo de información mencionado, “el problema no radica tanto en la cantidad de organizaciones como en la calidad del funcionamiento social, en la falta de unidad, en la subordinación y la dependencia de la administración, en que no está bien estructurada ni cohesionada… Con lo que su capacidad de influencia es muy escasa”.
En los treinta años desde el ‘Fem Tarragona’ se ha intentado dar cuerpo a la ciudad con algunas campañas, como el proyecto ‘Mou-te per Tarragona’, en 2009, en el que a pesar de concurrir pensamientos de diversas corrientes no se llegó a conseguir los objetivos diseñados. Y, sobre todo, los Juegos Mediterráneos, en los que se ha perdido una inmejorable oportunidad de cohesionar la ciudad.
Es quizás por lo que la ciudad tiene una asignatura pendiente que sólo la sacará adelante con una seria reflexión sobre su estado social. Aunque siempre se estará a tiempo de recuperar el espíritu del ‘Fem Tarragona’.
Ángel GÓMEZ
Periodista
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